|
|
inicio>Hedonismo a la sombra del Vesubio
|
|
Hedonismo a la sombra del VesubioActualizado a 23/03/2007
|
La ciudad italiana de Pompeya es una de las grandes maravillas arqueológicas del mundo que aún se conservan en un estado espléndido. Un estado de conservación que la sociedad actual debe a la erupción del Vesubio en el siglo I d.C. Sus casas, sus tiendas, sus joyas, sus calles, hasta sus cuerpos calcinados y reconstruidos a partir de moldes de yeso quedaron preservados del paso del tiempo por toneladas de ceniza y lava que se depositaron sobre ellos, dejando testimonio del modo de vida que sus habitantes llevaban el 24 de agosto del 79 d.C, cuando aquella sociedad dejó de existir.
Con Ocio y placer en Pompeya, una exposición producida desde la Dirección General de Cultura, con el patrocinio de la Fundación Cajamurcia y comisariada por los especialistas Antonio Poveda, director del MAM ,y Francisco Navarro, las ciudades de Pompeya, Herculano, Stabia y Boscoreale se instalan en Murcia para mostrar a toda España como empleaban el tiempo de ocio y placer pompeyanos, herculanos y habitantes de los alrededores del Vesubio. No en vano la montaña del Vesubio, que ahora tiene unos 1200 metros, preside una zona propicia para el goce de la vida, en el entorno del Golfo de Nápoles, con unas tierras bajas favorables para los cultivos mediterráneos, con olivos, higueras y otros frutales; cerca de los Apeninos, excelentes en bosques, en cuyas laderas también habría abundancia de cipreses y castaños.
Luchas y artes escénicas
Así, desde ayer y hasta 17 de junio, más de un centenar de piezas (110 en concreto, datadas entre el siglo I a.C. y el siglo I d.C y traídas en su mayoría del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles y del almacén del yacimiento arqueológico de Pompeya) inauguran la nueva sala de exposiciones temporales del Museo Arqueológico de Murcia (MAM) y lo hacen proponiendo un recorrido por lugares tan simbólicos en las adineradas sociedades romanas de la época como los anfiteatros, donde los gladiadores combatían entre sí y con las fieras para deleite de ricos patricios de la época; los teatros, donde daban vida a las tragedias y comedias, a las pantomimas y a la nueva comedia de Menandro y Séneca para saciar sus necesidades intelectuales y meramente lúdicas; las termas, donde los habitantes de los alrededores del Vesubio se daban baños, masajes y afeites poniendo de relieve su culto al cuerpo; las cocinas, donde se elaboraban los exquisitos y abundantes manjares que disfrutaban en los ticlinium de los banquetes; los pasatiempos y juegos de mesa en que empleaban su tiempo de ocio en la intimidad; y, cómo no, el lupanar o prostíbulo, locales aceptados y utilizados por todos los estratos sociales, donde practicaban sexo sin inhibiciones.
Un recorrido que se realiza a través de piezas de extraordinaria calidad como un conjunto escultórico formado por un jabalí y dos perros que fue una fuente y cuyo estado es tan bueno que parece que se hubiera fundido ayer. A través de diferentes secciones, como Ludi Gladiatori, se pueden ir viendo uno de los modelos de yelmos que usaban los luchadores de la época en los cruentos combates cuerpo a cuerpo que se celebraban en los anfiteatros, lo mismo que las espinilleras o los estrígilos, para afeitarse y retirarse los aceites tras la lucha.
Para mente y cuerpo
Otra sección, Ludi Scaenici, pone de manifiesto la importancia de las artes escénicas en la sociedad de hace 2000 años como centro de reunión para el disfrute. Una actividad representada por frescos, oscillum -relieves de mármol que se colgaban de techos- de máscaras teatrales, esculturas de terracota policromadas de actores y actrices -«pieza extraña, ya que lo habitual era que fuera esculpidas en mármol», detalla Poveda- o relieves ornamentales.
Si de inventar algo se trata, en los juegos de mesa estaba ya todo inventado en la época de los romanos. Así juegos tan populares hace unas décadas como las tabas o los dados, o el juego del molino (una especie de juego de damas chinas) muestran las formas de ocio que los pompeyanos practicaban en la intimidad.
No menos importantes que anfiteatros o teatros, eran las termas, locales en las que los habitantes de los alrededores del Vesubio daban rienda suelta al hedonismo gozando de baños, masajes y hasta servicios de peluquería. Monumentales bañeras de bronce, barreños, ánforas para el agua, braseros para caldear el agua y las salas, agujas de pelo, delicados espejos de plata, peines y joyas de oro dan testimonio de estas extendidas prácticas en la Roma del siglo I d.C.
Y cómo no, entre los placeres de los romanos de hace 2000 años se encontraba, como hoy, el buen comer. Muestra de ello son las piezas que se exhiben en la sección De re coquinaria et de convivio. Copas de plata, calderas y cubos de bronce, espumaderas, sartenes, hasta uno de los cerdos que murió bajo la lava del Vesubio, se exponen junto a calientaplatos espectaculares, jarras de bronce o esculturas que adornaban salones y jardines. Y para terminar, un paseo por uno de los lupanares de la época, mediante una recreación, decorados con reproducciones de frescos eróticos de la época, en una ciudad cuya protectora era Venus, diosa de la belleza y el amor
Fuente: La Verdad de Murcia
|
|
Insertar Comentario (No Hay Comentarios)
|
Servicio de Patrimonio Histórico
Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales
Consejería de Cultura, Juventud y Deportes
© 2007
|
|