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Santiago García Lorca
Los trabajos de excavación arqueológica se encaminaron desde un principio a la documentación de los vestigios materiales dejados por el ser humano a lo largo del devenir histórico; pero teníamos el inconveniente de que no disponíamos de un espacio adecuado la identificación correcta, debido al poco espacio que abrimos en los cortes, ya que el solar no era dado a excavarse en extensión, dado que en algunas zonas las paredes de los edificios colindantes estaban en muy malas condiciones, apuntaladas con yeso en algunos puntos de las mismas, por lo que optamos a abrir tres cortes: uno de 4 x 6 metros (Sector 100, Cuadro 1), que daba a la C/ Álamo, y otros dos en la zona que daba hacia la C/ Rubira, de 3,5 x 3 metros (Sector 200, Cuadro 2), y de 2x 2 metros (Sector 200, Cuadro 3), con lo que el objetivo nuestro, desde el punto de vista arqueológico, y dado a las exigencias propias dadas por el solar, se encaminó a una documentación estratigráfica de todos los cortes, sin dejar de lado, por supuesto, la documentación material del mismo.
Figura 1. Plano Situación I
Así pues, los trabajos de campo se desarrollaron desde el 20 de mayo de 2002, hasta el 19 de junio de 2002. Tras una limpieza superficial del terreno planteamos los distintos cortes según el plano adjunto.
Figura 2. Plano Situación II
A continuación expondremos los resultados de la excavación arqueológica según los sectores y cuadros abiertos:
Sector 100, Cuadro 1 (C/ Álamo)
Como antes hemos expuesto, y de acuerdo con el proyecto de excavación entregado al Servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia el 15 de mayo de 2002, planteamos una cata de 4 metros de ancho por 6 metros de largo con los siguientes resultados desde el punto de vista arqueológico:
Nos encontramos desde un principio con continuos sellamientos, rellenos y suelos de los distintos momentos de ocupación de la zona, bajo las mismas losas de la casa anterior que había desde el siglo XIX. Lo primero que hallamos es un empredado de nivelación que se realizó para la construcción de una vivienda de mediados del siglo XIX, puesto que nos aparece junto con un muro de unos 1.25 metros x 20 cms, con un módulo de 33 cms x 24 cms. Se trata de un muro formado por piedras medianas y grandes, trabadas con una argamasa blanca (posiblemente cemento), piedras pequeñas, y tierra muy suelta (U.E. 1005). Su orientación se sitúa en W-E, y al final del corte, junto al perfil N, se nos delimitaba desde el principio otro muro paralelo a éste y del mismo módulo pero que se nos salía del perfil, por lo que tan sólo hacemos referencia a él, sin más dilaciones. Lo situamos cronológicamente a mediados del siglo XIX como muy tarde dado que el módulo de piedra usado para la construcción del mismo es la piedra de la cantera de Murviedro, explotada en Lorca desde mediados del siglo XIX, apareciéndonos a un acota de –0.29 m. También documentamos de esta época – además de continuados rellenos antrópicos de nivelación de una tierra rojiza, suelta, y de una extensión de 1.25 metros x 68 cms, y llevándolos desde unas cotas de -0.55 m hasta 0.71 m por el lado NW del corte (U.E. 1010 a 1018) – una canalización para la conducción de agua de una longitud de 1.34 m x 8.5 cms de ancho, formado por losetas de cerámica de un módulo medio de 8.5 cms (U.E. 1007). También de mediados o finales del siglo XIX es la U.U.E.E. asociadas – respectivamente - a un muro de contención o sellamiento formado por piedras de tamaño mediano y grande, trabadas con una argamasa de cemento, cal, arena y piedras pequeñas, con módulos de piedras de la cantera de Murviedro, que comienza a ser explotada a mediados de esta centuria, con una orientación E-W (se nos introduce en el perfil S) y una extensión de 1.05 metros x 90 cms, situado en el perfil S del corte, que sella, a su vez, a un arqueta del mismo siglo formada por losetas de cerámica o baldosas de 30 x 30 cms de módulo, marcando una superficie de un cuadrado perfecto de 90 x 90 cms; bajo esta arqueta documentamos también un suelo de cemento que sellaba o nivelaba esta esquina del corte, y que apreciamos su continuación por toda la parte S del corte. La arqueta nos aparece a una cota de -1.05 m y el suelo de yeso a -1.20 m, de mismo modo, el citado muro de mediados del siglo XIX, nos aparece a -0.90 m.
También documentamos unos niveles modernos, probablemente del siglo XVIII, correspondiente a una casa de mediados de este siglo2 , de la que damos cuenta en las U.U.E.E 1008 y 1011, donde hallamos unos muros que presentan enlucidos de cal de un color blanco-amarillento, y que poseen una altura de 1.20 m, con lo cual nos rompe parte de la estratigrafía del corte por su lado N. Conseguimos documentar una de las esquinas de la habitación correspondiente a esta supuesta casa de finales del siglo XVIII como muy tarde ( con unas cotas de –0.48 m), así como una posible zona de cocina, con unos restos de cenizas, provocados, tal vez, por la acción del fuego y la quema de rama, con restos de madera. También podemos pensar en restos orgánicos de algún tipo de animal, como nos sucedía en Lope Gisbert – Carril de Caldereros3 , en donde documentamos restos orgánicos procedentes de animales de corral, puesto que estábamos ubicados en la zona de los corrales del palacio de la sede episcopal en Lorca.
Del mismo modo tenemos rellenos de época moderna, con jarras, jarritas, recipientes para la contención de líquidos y alimentos, platos y escudillas y cerámica vidriada moderna que la podemos llevar hasta el propio siglo XVIII sin ningún problema, y que rellena la zona a la que nos estamos refiriendo.
Asimismo, la esquina SW de este corte nos aparece un muro probablemente de los siglos XVII-XVIII por su forma de construcción: módulos de piedra medianos trabados con una argamasa blanca, formada por cal, piedras pequeñas, y tierra muy suelta. Se trata de la U.E. 1040, y nos aparece a una cota de –0.36 m, con una extensión de aproximadamente 1.15 m y una anchura de 35 cms. Presenta el problema de que se trata de una construcción que aprovecha construcciones anteriores, y por ello mismo resulta difícil dar una data relativa aproximada. Lo que podemos decir con cierta seguridad es que, según la estratigrafía del terreno y los materiales asociados a él, la zona ha sido urbanizada desde el siglo XIII, pues documentamos, como veremos más adelante, un muro delimitador de una estancia islámica ( cotas –0.98, -1.02) de este periodo que ha sido aprovechado en época bajomedieval (tal vez durante los finales del siglo XIV o los principios del siglo XV, pues hallamos algunos fragmentos de cerámica verde y manganeso, o algunas escudillas de loza azul y dorada, que por las pastas parecen datarnos esta fase del muro en esta época), para la construcción de una habitación, ya que esta parte de la construcción (situada a una cota de –0.95 m) se hallaba formada por muro de piedras en hilera trabadas con argamasa blanca de cal, arena, y piedras pequeñas; este muro parece ser la zona de acceso de una de las estancias a otra, pues vemos un sellamiento posterior y un relleno de cal, que nivela toda la construcción, para la realización de la obra del siglo XVII o XVIII
La U.E. 1019 se trata de un suelo de época moderna (posiblemente del siglo XVI-XVII) que nos unifica toda la zona, asociado tal vez a los muros y enlucidos que hemos estado describiendo anteriormente, de pocos centímetros de grosor, formado por tierra de color marrón – amarillento, apisonada, con restos de argamasa blanca y algunos materiales como un punzón de cobre de una cronología moderna (-0.71 m / -075 m).
De otro lado, también documentamos una habitación de época islámica con un suelo de tierra marrón apisonada con restos de argamasa blanca y algunos carbones, que se nos extiende casi por todo el corte, pues aparece cortada por una escombrera de época moderna por su lado N (U.E. 1068 y U.E. 1045), con unas cotas de –0.99 m y –1.56 m4 , que ocupa un área de 78 cms x 92 cms, y que nos ofrece materiales que van desde época islámica hasta época moderna, siglos XVI y XVII, como son desde las jarritas con decoración al manganeso, hasta los platos y escudillas azul y dorada que se dan en Lorca hasta el siglo XV, XVI, XVII e incluso el siglo XVIII, pero que por las pastas podemos datar en mediados o finales del siglo XVII.
En el lado S de la habitación islámica vemos una fosa séptica que nos da materiales de mediados del siglo XIII, como son las jarras, jarritas y jarros decorados con manganeso, cerámica estampillada islámica correspondiente a tinajas con cuello esgrafiado (producciones locales también documentadas en Jumilla), cerámica esgrafiada de los siglos XII y XIII, pero que en Lorca se da en el siglo XIII, cerámica vidriada islámica, con vedrío melado manganeso, verde y blanco, y sobre todo, una columna (fig. 3) de mármol blanco de un módulo islámico, y que posiblemente se pueda poner en relación con alguna alcoba islámica, algún tipo de parteluz, pero no podemos poner en relación con la habitación de la que damos cuenta en este momento, porque al estar situado en una fosa séptica, los materiales que aparecen en ella están amortizados, y posiblemente sí que pueda ponerse en contacto con la habitación o la casa de época islámica, y con los muros que ella delimita.
Figura 3. Columna mármol blanco época islámica S. XIII
La fosa séptica ocupa un área de 1.56 m x 58 cms y tiene unas cotas de –0.83 m / -1.81. La columna de mármol blanco es de 1.10 m x 12 cms de ancho, y se encuentra en perfecto estado de conservación, apareciendo a una cota de –0.83, al comienzo de excavar la citada fosa séptica.
También hallamos asociada a la estancia islámica la fosa de un reposadero, en donde se solía colocar un brasero sobre el cual se situaba la zona de descanso y así tener la cama y la habitación completamente calefactada. La fosa estaba formada por ladrillos de cerámica de 30 cms de largo por 15 cms de ancho, dispuestos en cuadrado y con dos ladrillos en el fondo de la fosa (-0.85 m / -0.97 m), ocupando un cuadrado de 30 cms x 30 cms y una orientación N – S, lo que nos da la pista para pensar en una alcoba islámica, y de entidad si tenemos en cuenta que debería continuar más allá de la superficie del corte, y más aún si la ponemos en relación con la columna de mármol blanco.
Los muros que delimitan la citada estancia, cuya cronología la podemos situar desde mediados del siglo XIII hasta finales del citado siglo, los tenemos situados en las U.U.E.E 1050, 1069, 1073, y 1085, todas ellas caracterizadas por tratarse de muros en hilera trabados con tierra y con una longitud aproximada de 1.12 m x 30 cms de ancho, y una orientación N-S, y W-E, respectivamente, las cotas van desde –0.75m , hasta -1.15 m, adaptándose a los desniveles propios del terreno, puesto que no debemos olvidar que estamos en una zona de rambla, y que las construcciones han de situarse conforme las exigencias de la misma. La U.E. 1069 (orientación W-E) se apoya en 1050, ( introducido en el perfil y con una orientación N-S), actuando de cierre o delimitador de la habitación5 , con una abertura hacia una posible zona de patio, delimitada a su vez por la U.E. 1085, otro muro de cierre con una orientación N-S, y por la U.E. 1047, el relleno de la fosa séptica 1067, y que nos marca una zona de atarjea y patio. El muro correspondiente a la U.E. 1073 nos delimita por el lado W la habitación islámica, y es del que hemos estado hablando anteriormente, caracterizado por ser reutilizado a la hora de construir en la zona en época bajomedieval.
Bajo el suelo de esta habitación o alcoba de mediados o finales del siglo XIII hallamos un suelo de láguena de color morado, con una finalidad de impermeabilizar la zona, y con un grosor de 18 cms.
Tras varios rellenos de nivelación realizados en el siglo XIII para la construcción de la casa de la que hemos dado cuenta hasta este momento, se nos delimita parte de la necrópolis islámica de mediados del siglo XII documentadas en excavaciones de solares colindantes como son el de la C/ Corredera, y el de la C/ Álamo – C/ Lope Gisbert6 . Se nos delimitaron tres empedrados con unas medidas de 1.52 m de largo, pero no podemos precisar el ancho, ya que se nos mete en el perfil (Tumba 1), 78 cm de largo x 16 cms de ancho (Tumba 2), y de 1.58 de largo x 35 cms de ancho.
Se caracterizan por estar cubierta por una tierra muy suelta de color rojizo-anaranjado, con unos empedrado formados por piedras medianas de 15 cms x 20 cms. Se trata de enterramientos de inhumación, con fosas excavadas directamente en el terreno, sin lajas de piedra que delimiten la tumba, y con un suelo de las fosas de piedra. La tumba N° 1 corresponde a una inhumación de una mujer adulta, de un metro y medio de largo más o menos; se han podido rescatar los restos correspondientes al cráneo, y a la mitad de las extremidades – superiores e inferiores - y el tronco, puesto que el resto se encuentra en el perfil y nos ha sido imposible rescatarlo. Es de destacar su orientación a la hora de ser enterrada, pues se encuentra recostada sobre su lado izquierdo, y con un pendiente de cobre situado en la zona del cráneo cercana a la oreja. La cota a la que aparece es en torno a –1.00 aproximadamente.
Figura 4. Inhumación infantil de mediados S. XII arrasada
La tumba N° 2 (fig. 4) es de un niño de poco tiempo de vida – no más de 2 años – o incluso algunos meses de vida, debido a su pequeño cuerpo, y a que el cráneo no había terminado de formársele del todo. Aparece con cabeza vuelta de su lado izquierdo y el cuerpo de frente, sin ajuar, y sobre todo hemos de destacar que la fosa y el propio niño fue cortado por la escombrera moderna U.E. 1068, por lo que no conservamos más que el cráneo, las extremidades superiores, las costillas y parte de la columna vertebral, habiendo desaparecido el resto del cuerpo. Son 52 los cms los que hemos podido documentar de este niño. La cota a la aparece también es entorno a -1.05 m / -1.10 m.
La Tumba N° 3 sólo se conserva el final de la misma, sin el cadáver, puesto que ha sido destruido por los niveles de rambla que documentamos a continuación de la necrópolis islámica de mediados del siglo XII, ocupando una extensión de 1.58 m x 35 cms de largo, y con una cota de –1.09 m / -1.11 m.
Tras esta necrópolis nos aparecen los niveles de la rambla de la C/ Álamo, que ha sido documentada en la excavación de C/ Álamo – C/ Lope Gisbert, y que baja por toda la C/ Álamo que actualmente comunica con el ayuntamiento y los juzgados de Lorca. La cronología es difícil de precisar porque los materiales que nos ha dado son muy variados desde época calcolítica, ibérica, romana, e incluso islámica en sus inicios; son materiales procedentes de niveles de arrastre, pero la podemos situar desde el siglo III aC, hasta la fecha de la necrópolis del siglo XII. La zona se urbaniza en el siglo XIII, momento en el que se nivela y se comienza a dominar las correntías de la rambla. Se encuentra formada por niveles de grava, formados por piedras pequeñas y rodadas, y por niveles de una tierra limosa, húmeda, arcillosa, con una alternancia de los mismos. esta zona de rambla se nos extiende por todo el cuadro 1 del sector 100, y las cotas generales que ocupan son las siguientes: desde –1.09 m hasta 2.46 m en su parte más profunda. Ha sido rota en parte por un área de necrópolis ibérica de los siglo III aC – II aC. Destacar también que en los niveles de ramblas hemos documentado un fondo de cerámica común ibérica con una inscripción, tal vez de alfabeto ibérico, en el fondo. La propuesta que damos para su lectura es: a l l n.
Figura 5. Inhumación posiblemente de época romana en perfil SE del Sector 100
Antes de analizar la necrópolis de época ibérica hemos de detenernos para hablar de una inhumación de época romana, del siglo II aC puesto que nos aparece en e la fosa de inhumación, junto con el cadáver, un fragmento informe de cerámica ática. Se caracteriza por estar introducida en el perfil SE, lo que nos obligó a meternos un poco en el mismo por la sencilla razón de que habíamos dado con una inhumación romana en la que se conservaba la cubierta de adobe que cubría a una fosa hecha en tierra para el enterramiento del individuo. Las medidas de la cubierta de adobe son de 1.05 m de largo por 30 cms ancho y de 5 cms de espesor (cota: -1.40m / -1.45 m), y el adobe se encuentra en bloque de tierra verdosa, muy compactada y dura. El inhumado ha sido constreñido para enterrarlo en la fosa, puesto que presenta las tibias a la altura de los brazos, en un amasijo de huesos. Se trata de un enterramiento en niveles de rambla, del mismo modo que sucede con las tumbas de época ibérica, llegando un momento en el que ambos ritos – inhumación e incineración – llegan a estar presentes sin una zona claramente diferenciada para cada uno de ellos. El cadáver posee una altura superior a 1.50, pero que de momento no podemos precisar más hasta un estudio pormenorizado de los restos. La cota a la que aparece el inhumado es la de –1.55. En el cómputo general de la excavación esta inhumación es la N° 4.
Figura 6. Vista General del proceso de excavación en la delimitación del área de necrópolis ibérica (S. II-I aC)
Tras los niveles de rambla documentamos una zona de necrópolis de época ibérica (Fig. 5) de los siglos III aC – II aC, por la cerámica asociada a ella, ya que nos aparece Campaniense A – pasta rojiza, con el barniz de color negro realizado por inmersión y con un brillo metálico con tacto jabonoso – y un fondo con estampilla de cerámica púnica, que en lugares como Cartagena aparecen en contextos de finales del siglo III aC7 , y a nosotros nos aparecen en la cubierta de adobe de una de las zonas de enterramiento, concretamente la B, que se sitúa en el perfil S, ocupándolo en su totalidad, con una extensión exacta de 4 m x 1.40 m.
Figura 7. Área necrópolis ibérica Zona B (S. II- I aC)
La necrópolis ibérica (Fig 6) de la damos cuenta la hemos divido en dos zonas, la zona A (cotas: -1.95 m / -2.03 m / -1.90 m / -2.40 m / -2.42 m) formada por dos fosas de incineración, con una extensión de 1.30 m x 37 cms, cada una; y una zona B ( cotas: -1.81 m / -1.90 m / -2.05 m / -2.12 m / -2.23 m / -2.50 m / -2.70 m ) formada por una capa de adobe sobre las incineraciones (fig. 7), por lo que no debemos pone en relación las fosas de incineración de la zona A, a las de este área, de la extensión anteriormente citada (4 m x 1.40m), en la que se depositaron varias cistas de incineración con algunas urnas para livaciones, además de las propias in. Ambas zonas aparecen flanqueadas por unos muros de adobe que realizan la función de protección de las áreas de enterramiento de las correntías de la rambla, por lo que estamos en disposición de sostener la idea de que en época ibérica la rambla de la actual C/ Álamo era conocida y se encontraba perfectamente controlada, hasta el punto de que se llegan a enterrar en ella.
Figura 8. Área necrópolis ibérica Zona B (S. II- I aC)
Todas las fosas se hallan delimitadas por paretias de cerámica común ibérica, rotas y enterradas boca abajo, dejando tan sólo el pie de las mismas a la vista, a la misma cota que el de los muros de adobe, dispuesta alrededor de los mismos, configurando así un ritual que se ha observado en otras intervenciones como la anteriormente citada de la C/ Álamo – C/ Lope Gisbert, desarrolla en los primeros meses del 2002, entre otras.
Como hemos señalado la zona A se encuentra formada por dos fosas de incineración trabadas con piedras medianas, sobre las que se sitúan muros de adobe realizando la función de protección de las mismas, a modo de cubierta. En ellas se documentamos, además de las citadas pateritas rituales, los restos de las incineraciones de los cuerpos, retos de cenizas, con la tierra rojiza por la acción del fuego, y algunos restos de huesos machacados, pero en un número muy pequeño, siendo simplemente testimoniales. En el cómputo general de la excavación corresponden con las tumbas N° 5 y N° 6, aunque de época ibérica son las dos primeras que documentamos, que, del mismo modo que nos ha ido sucediendo a lo largo de toda la excavación, se nos introducen en el pefil E. En concreto la tumba N° 5 posee una estructura ovoidal de la que sólo vemos su mitad por lo que acabamos de comentar. Por su parte la N° 6 posee una forma más alargada, pero igualmente no podemos verla en toda su extensión puesto que también se introduce en el perfil E del cuadro.
En líneas generales podemos destacar, respecto de la forma de enterramiento, que tras realizar el ritual de cremación o incineración los restos se dispersan por las fosas trabadas con piedras en su base y delimitando los muros de adobe con pateritas, tras haberles puesto un preparado de adobe en el fondo de la fosa, para a continuación sellarlas con piedras (encachado) de un módulo mediano-pequeño, tras lo cual se vuelven a cubrir con una tierra limosa de color verdoso, muy húmeda, casi arcillosa, sobre la que vuelven a colocar pateritas, delimitando el área que ocupan las fosas. No se han localizado ningún tipo de ajuar, salvo las pateritas rituales.
Figura 9. Área necrópolis ibérica Zona B (S. II- I aC)
En estos momentos nos centraremos en la zona B de la necrópolis de época ibérica. También aparece delimitada por un gran número de pateritas rituales enterradas boca abajo y rotas, marcando la superficie del área de necrópolis. En ella hemos documentado varias cistas globulares de incineración junto con varias urnitas acampanadas cerradas al vacío con pateritas a modo de tapadera8 (Fig. 8 y9). En ocasiones se hallaban cerradas al vacío, habiendo que calentarlas con agua para conseguir abrirlas. Daremos buena cuenta de ellas a continuación, pero antes hemos de señalar el hallazgo de un pendiente de Oro9 (fig. 10) en esta gran fosa de enterramiento (U.E. 1119), junto al perfil W, en la pared de la fosa, como resultado de haber dejado caer este tipo de ajuar en el preparado para la confección de los adobes que flanquean la zona de enterramiento. Además también hemos documentado la existencia de una hebilla de cinturón de hierro, tal vez de algún guerrero, que se conserva casi en su totalidad.
La zona de enterramiento se caracteriza por la construcción de grandes adobes, que se nos introduce en los perfiles del cuadro por el S, E y W, de una tierra marrón- verdosa, muy húmeda, casi arcillosa, y compacta. Las cistas y urnas han sido enterradas directamente en tierra, sin ningún tipo de piedras que marquen o las calcen, y aparecen tapadas por grandes fuentes de cerámica común ibérica, las cistas globulares, y por pateritas cerradas al vacío, las urnitas acampanadas. Al parecer no presentan motivos decorativos, y tan sólo podemos señalar un engobe muy pobre que se ha perdido con el paso de los años.
Figura 10. Pendiente de oro de una incineración de la zona B de la necrópolis ibérica
El área de enterramiento se sitúa, dentro de la gran fosa (4 m de largo x 1.34 m de ancho) cercana a nuestro perfil W, mientras que en la zona del perfil E tan sólo documentamos pateritas delimitando la zona. En la zona W se ha documentado algún tipo estructura pétrea de forma semicircular señalando la zona de enterramiento. Posee un preparado de adobe de las mismas características que hemos comentado para la deposición de los restos, además de grandes muros, en la cubierta de la misma, que también es de adobe, para la protección de las correntías de la rambla.
Del mismo modo se han documentado restos de cenizas correspondientes a tres incineraciones, o más bien cremaciones, puesto que en las cistas globulares se han hallado gran cantidad de huesos. Estas cremaciones se pueden relacionar con cada una de las cistas globulares de una buena factura.
Figura 11. Urnas de incineración “in situ”
La primera de las urnas globulares (N° 1) (U.E. 1106) nos aparece aplastada por las construcciones que en la zona se han realizado desde el siglo XIII, a pesar de lo cual nos aparece prácticamente entera, tan sólo con la cubierta formada por una gran fuente de cerámica ibérica rota. Asociada a ella nos aparece una urnita acampanada10 ( U.E. 1109) tapada con un fragmento informe de cerámica común ibérica. Los bordes y labios de ambas cerámicas aparecen a la misma cota (-1.61 m ), siendo curioso el hecho de que a la urnita de unos 15 – 20 cms de altura le han colocado piedras en su base para que llegara a la cota de la urna globular de unos 30, 40 o 50 cms de altura, aproximadamente.
Figura 12. Urnas de incineración “in situ”
En el interior de la urna acampanada (N° 2) hemos encontrado tierra muy suelta, con restos de argamasa blanca, pero sin ningún tipo de ajuar ni nada significativo, con lo que pensamos que ella es el propio ajuar del enterramiento. Asociada a ambas hallamos restos de incineración, cenizas con restos de tierra quemada. Ambas aparecen, del mismo modo que el resto de cistas y urnas de las que hablaremos a continuación, “in situ”.
También se han documentado “in situ” restos de otras dos incineraciones, restos de cenizas y tierra rojiza, mezcladas con algunos restos huesoso machacados: la U.E. 1121 y la U.E. 1132, asociadas también a retos de argamasa blanquecina, mostrándonos el lugar exacto en el que se realizaron las cremaciones.
A ellas también se pueden relacionar dos cistas globulares de incineración – cremación, correspondientes a la U.E. 1130 y a la U.E. 1137. Se caracterizan por estar delimitadas por grandes fuentes o cuencos de cerámica común ibérica, y por pateritas, a modo ritual. Poseen una buena factura, y una altura de unos 50 cms aproximadamente. Ambas se encuentran cerradas por platos de cerámica común ibérica, y no poseen ningún tipo de decoración especial, si no es un engobe muy pobre que se ha perdido.
La cista U.E. 1130 (N° 5) se encuentra rellenada por tierra muy apelmazada, con los restos de huesos machacados, y en la que se halla también una fusayola de un telar, lo que nos hace pensar en una niña o una mujer. A ella también se le asocia una urnita acampanada de cerámica común ibérica (N° 4) (U.E. 1127), de una muy buena factura y de un color amarillento11 , cerrada a presión con una paterita también de cerámica común. El relleno de ésta se caracteriza por ser una especie de escarcha apelmazada en el fondo de la urnita, y que no es en ningún caso tierra, por lo que debemos suponer que se trate de algún tipo de materia orgánica tal como leche, y que haya sido utilizada para livaciones a la hora del ritual de enterramiento.
Por su parte, la cista gobular U.E. 1137 (N° 6) está rellenada por conchas marinas y restos de huesos carbonizados, pero en un número muy pequeño, muy al contrario que sucede en el caso anterior. La factura de la cista de unos 50 cms de altura, es de buena calidad, pero no aparece decorada, tan sólo, y de la misma forma que venimos hablando, parece haber tenido en algún momento un engobe muy pobre que se ha perdido. También destacamos el hecho de que en el interior se conserven restos de sal, posiblemente de las filtraciones de agua de los adobes del área de necrópolis. Aparece flanqueada por un cuenco o fuente de gran diámetro y por pateritas, ambas de cerámica común ibérica. Del mismo modo, a ella se le asocia otra urnita acampanada de cerámica común ibérica (N° 3) (U.E. 1123), de buena factura y con una tapadera configurada por una paterita también de cerámica común ibérica. Se encuentra rellenada por una costra de color blanquecino – amarillento en el fondo de la misma, y sin tierra, por lo que nos hace pensar en algún tipo de materia orgánica como pudiera ser leche, y que haya sido realizada para livaciones u ofrendas.
Bajo todo este área de enterramiento se nos delimitó una estructura de piedras de tamaño mediano y grande que nos hizo pensar en un principio en un encachado que estuviera delimitando otra zona de necrópolis, con unas cotas tales como : -1.97 m/ -2.03 m / -2.50 m / -2.07 m / -2.23 m / -2.70 m
Pero tras fotografiarlo una vez limpio y delimitado, dibujarlo y habiéndole tomado las cotas, nos apareció un estrato limoso de una tierra marrón oscura, y muy húmeda de composición compacta, tras el que nos surge otro estrato de piedras muy pequeñas y rodadas, es decir, gravilla de la rambla, bajo el cual, se delimitó un estrato limoso de color marrón oscuro, muy húmedo y suelto, bajo el que nos apareció el nivel freático de la zona, con lo que dimos concluida la excavación en este sector a una cota de –2.70 m, del mismo que nos sucedió en la zona A de la necrópolis.
Así pues el supuesto encachado de piedra resultó ser la nivelación propia del área de enterramiento, controlando así las correntías de la rambla de la actual C/ Álamo, evitando así filtraciones a la zona de enterramiento.
Hemos de señalar que en el perfil N de este cuadro se nos delimitó otra estructura de adobe pero sin resultados destacables, ya que se nos introducía en el citado perfil, y tan sólo documentamos algunos restos de cerámica calcolítica y romana, de los que daremos cuenta en el inventario de materiales arqueológicos.
Sector 200, Cuadro 2 (C/ Rubira)
De acuerdo con el proyecto de excavación arqueológica, en la parte del solar que daba a la C/ Rubira se procedió a la delimitación de dos cortes, de los que en este momento corresponde hablar del cuadro 2, una cata de 3.5 m x 3 m, con lo que el objetivo primordial era el de sacar una secuencia estratigráfica completa de la zona.
Figura 13. Vista General Sector 200
Así pues, comenzamos la excavación y lo primero que documentamos son unos muros que nos delimitan el corte por sus cuatro lados, y que datan de mediados del siglo XIX, formados por piedras de tamaño mediano trabadas con argamasa formada por cal, piedras pequeñas y tierra, llegando en algunos momentos a ser cemento. Estos muros corresponden a las U.U.E.E. 2002, y 2009, la cual ha aprovechado construcciones anteriores, probablemente de finales del siglo XVIII (U.U. E.E. 2012, 2013). Las medidas de estos muros son de 3m x 25 cms la U.E. 2002, y de 3.5 m x 15 cms la U.E. 2012 y 2013, apareciéndonos a unas cotas de -0.28 m, -0.37 m. La U.E. 2010 se encuentra configurada por un muro de época moderna (probablemente del mediados o finales del siglo XVIII, o principios del siglo XIX) de unos 2 m de largo x 15 cms de ancho, y que se nos introduce en el perfil W de este cuadro.
Hemos de destacar unos continuos rellenos de nivelación para la construcción del siglo XX, sellados por las baldosas y las losetas del edificio del siglo pasado.
Documentamos a una cota de -0.15 m una fosa séptica de una tierra de color verdoso – amarillento, con escasos materiales, de una cronología contemporánea.
Correspondiente a la U.E. 2020 se nos delimita un suelo de láguena azulado, de 18 cms de espesor, que nos impermeabiliza en época bajomedieval o moderna, con unas cotas de –1.20 m y –1.38 m.
Bajo este suelo se nos delimitan una serie de rellenos de época islámica, con un posible pozo o fosa de una cronología relativa de mediados o finales del siglo XIII, pues en él nos aparece un fondo de jofaina islámica y otro fondo de jarra de cerámica común islámica. Este pozo se encuentra delimitado por piedras grandes en su fondo, y corta la estratigrafía de estratos limosos de color marrón claro y verdoso, de forma alterna (U.U.E.E. 2029-2035). Cota: -1.40 m a –2.15 m
También documentamos varias fosas sépticas de época islámica pero que apenas si nos dan material, con restos orgánicos y metálicos tales como el cobre, fragmentado y muy disperso (U.U. E.E 2036-2041). Cota: -2.15 m a -2.25 m / -2.30 m.
Se nos delimita, bajo niveles de grava (U.E. 2044), estructura de disolución de adobes que posiblemente nos marquen zonas de necrópolis ibérica, pero que se nos introducen en el perfil, por lo que tendremos que dar cuenta de ellas cuando la constructora realice los bataches de la obra. Corresponden con las U.U.E.E. 2043-2049, y 2052 – 2056, con unas cotas generales de –2.38 m a –2.84 m
La U.E. 2042 corresponde a un encachado de piedra bajo el que encontramos un relleno de grava, debajo del que hayamos las estructuras de adobe. Bajo la U.E. 2045 se nos delimita una estructura de piedras de época ibérica, con una orientación E-W y una extensión de 1.25 m x 25 cms, que al parecer tiene forma circular o semicircular, pero que no podemos precisar mucho más al introducirse en el perfil W, con una cota de –2.65 m / -2.84 m.
Bajo éste se nos delimita un estrato de tierra marrón oscura, arcillosa, muy húmeda, sin materiales, y con algunos retos de gravas, situándose en una cota de –2.84 / -3.06, bajo el cual nos aparece un estrato de tierra marrón, limosa, arcillosa y muy húmeda, también sin materiales, con unas cotas de -3.06 m / -3.15 m, llegando, pues, a la cota marcada en el proyecto de obra, con lo que damos por concluida la excavación en este cuadro, además de aparecernos agua en el mismo a esta cota.
Sector 200, Cuadro 3 (C/ Rubira)
Planteamos el segundo cuadro en la zona del solar que da a la C/ Rubira, una cata de 2 m x 2 m, y cuyo fin primordial es el de conseguir una secuencia estratigráfica del mismo. Con ello empezamos la excavación en este corte, formado por rellenos antrópicos de nivelación de finales del siglo XIX, o principios del S. XX, puesto que las cerámicas que nos parecen son contemporáneas. también documentamos un suelo (U.E. 3001, cota: -0.15 m / -0.10 m ) de la casa del siglo XX, así como una tubería (U.E. 3003) del siglo XX que nos atraviesa el corte de N a S, con una longitud mínima de 2 m x 15 cms, usada para la conducción de agua, cota: -0.20 m / -0.30m .
También documentamos una fosa que se nos introduce en el perfil SE del corte, una fosa que se encuentra hueca, sin apenas materiales.
Otro aspecto que es destacar de este cuadro es el pozo (U.E. 3005; cotas –0.70 / -3.15m ) – ciego o de agua – que se sitúa en el perfil NW, y que nos ocupa la mayor parte del corte, con un diámetro máximo de 1.02 m, y se encuentra formado por piedras de módulo de 20 x 20 cms, trabadas con argamasa blanca, piedras pequeñas y cal, con un enlucido interior de cal, y con un relleno de materiales contemporáneos, siendo la cronología de los siglos XIX o XX (fig. 14).
Este pozo nos rompe toda la estratigrafía del cuadro, con lo que damos por finalizada la actuación arqueológica en la zona.
Figura 14. Colmatación de pozo moderno del Sector 300
CONCLUSIONES
En esta intervención arqueológica hemos podido documentar la urbanización de la zona desde el siglo XIII, controlando y sellando la rambla que pasaba por la C/ Álamo, y a partir de este momento la actividad edilicia es continuada, con construcciones en el siglo XIV, XV, XVI, XVII, XVIII y XIX, destacando la posible alcoba de época islámica, constatada por un suelo de barro apisonado, con restos de carbones y argamasa blanca, la fosa de un reposadero formada por ladrillos de módulo de 30 cms x 15 cms, y una columna de mármol blanco
Asimismo se ha podido constatar la existencia de una necrópolis islámica de mediados del siglo XII, del mismo modo que se ha localizado la rambla de la C/ Álamo, así como una zona de necrópolis romana e ibérica, de los siglos III aC –II aC en donde se constatan los dos ritos de enterramiento, esto es, la inhumación ( rito romano, con un fragmento informe de cerámica ática) y las incineraciones (rito ibérico).
En la zona ibérica es de destacar un pendiente de oro (fig. 10), una hebilla de cinturón de guerrero de hierro (fig. 15), además de pateritas delimitando el área de necrópolis, y 3 cistas globulares de incineración, acompañadas por otras tres urnitas de 15 cms de altura, a modo ritual, de livaciones, con restos de materia orgánica en el interior, tal vez leche o algún tipo de derivado de la misma, todas ellas de cerámica común ibérica de buena factura.
Figura 11. Hebilla de cinturón de guerrero
En el cuadro 2 se ha documentado a existencia de rellenos de nivelación antrópicos, casi sin materiales, con un pozo o fosa de mediados del siglo XIII. Al final del mismo hemos hallado los restos que casi con toda probabilidad se trate de una necrópolis ibérica del siglo II aC, pero que no podemos precisar más porque se nos introducen en los perfiles E y W del cuadro.
Por su parte, en el cuadro 3 destacamos un pozo ciego o de agua que nos rompe la estratigrafía de todo el cuadro; es de época contemporánea del siglo XIX o XX (siglo XVIII como muy tarde, y a finales del mismo), rellenado con materiales contemporáneos.
Notas:
1. Hemos de agradecer la inestimable colaboración de los arqueólogos D. Jesús Bellón, Eva Celdrán y Ana Pujante, así como las orientaciones de los arqueólogos responsables del Museo Arqueológico de Lorca, D. Andrés Rodríguez y Dña. Juana Ponce.
2. Todas estas cronologías se precisarán tras realizar el correspondiente inventario de materiales arqueológicos.
3. Intervención realizada conjuntamente con la arqueóloga Dña. Eva Celdrán Beltrán
4. Hemos de tener en cuenta, para una mejor comprensión de lo que estamos exponiendo, que el terreno se encuentra en pendiente y en desnivel, con lo que las cotas en la parte S del corte son más altas que en la zona N, como vemos en este ejemplo del que estamos hablando
5. A ambos se le relaciona el derrumbe 1051
6. Agradecemos a los arqueólogos directores de las citadas excavaciones, D. Juan Antonio Ramírez, y D. Jesús Bellón, las aportaciones a la hora de realizar esta memoria de nuestra intervención de urgencia
7. Agradecemos a la Dra. Elena Ruiz Valderas la ayuda que nos ha prestado en este sentido.
8. Es de agradecer la colaboración prestada de forma desinteresada de los directores del Museo Arqueológico de Lorca, D. Andrés Martínez y Dña. Juana Ponce
9. Similar a los hallados en distintas excavaciones en Lorca en el presente año:
C/ Álamo – C/ Lope Gisbert, Sector II, U.E. 318 a/b (Director: D. Jesus Bellón)
C/ Corredera 47, Espacio 11, U.E. 3546, Junto a Tumba 06 (Director: D. Juan Antonio Ramírez)
10. Asimilables a las halladas por D. Carlos García Cano (Arqueólogo) en el poblado ibérico de Los Nietos (Cartagena, Murcia) en el año 1991.
11. Del mismo modo que sucede con el resto de urnas acampanadas de las que estamos hablando
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