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> Revista ArqueoMurcia > nº 1 Noviembre 2003

 
 
 

EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL CONVENTO DE MADRES MERCEDARIAS DE LORCA.

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Ana Pujante Martínez

I.- INTRODUCCIÓN.

Con motivo de la nueva construcción del Convento de Madres Mercedarias y la ampliación del Colegio de Nuestra Señora de la Consolación, se han llevado a cabo dos fases de actuación arqueológica, en el inmueble situado entre las calles Zapatería, Rojo y Cava, de Lorca, que comprenden la Supervisión Arqueológica de la demolición interior del edificio; y Excavación Arqueológica del subsuelo, hasta las cotas establecidas, en el Proyecto Básico de Construcción, de la nueva obra.

La estudio arqueológico se ha llevado a cabo siguiendo la normativa propuesta en el P.E.P.R.I. del Conjunto Histórico de la Ciudad, donde se recoge para esta zona de la ciudad, la presencia del trazado de la muralla medieval, visible en tramos, en distintos inmuebles, situados entre las calles Cava y Zapatería; e igualmente constatada arqueológicamente, en diversos solares excavados.

El estudio arqueológico ha sido encargado y sufragado, por la Empresa Construcciones Giner, S.A., iniciándose la supervisión y excavación arqueológica, en el mes de Octubre del 2001, desarrollándose de forma discontinua, en función de las necesidades del proyecto de nueva obra, hasta el mes de Marzo del 2002.

En el estudio arqueológico se han podido documentar restos arqueológicos pertenecientes a diversas culturas que se superponen en este mismo espacio, ofreciendo un complejo registro arqueológico, en el que se han podido diferenciar restos asociados a numerosas culturas que fueron implantándose en esta parcela, ubicada topográficamente, en la ladera de la Sierra del Caño.

La primera ocupación del solar, corresponde a época prehistórica, registrándose en varios puntos del mismo, una secuencia estratigráfica vinculada a la Cultura del Argar, característica del II milenio a.C.; si bien, se han podido reconocer en las cotas mas profundas (de los mismos sectores donde aparece el registro argárico), estratos vinculados a cerámicas de época calcolítica que evidencian un asentamiento más antiguo, quedando estos estratos sondeados, bajo el límite de las cotas establecidas, en el proyecto de obra.

En segundo lugar contamos con restos constructivos, pertenecientes al poblado de época ibero – romana, configurados por estructuras ciclópeas que sólo han quedado evidenciadas, en el sector noroeste del solar, que a su vez corresponde, con la parte mas elevada mismo. Estas estructuras se han registrado de manera parcial debido a la incidencia de numerosas construcciones de época histórica que en ocasiones reutilizan la propia mampostería de sus muros utilizándolas en nuevas obras, arrasando parte de su trazado.

La fase cultural más representativa estructuralmente, corresponde a época medieval; ya que es en este período, cuando comienzan a configurarse espacios urbanos delimitados y protegidos, por estructuras de fortificación que van evolucionando y reparándose, a partir de la conquista castellana, ya que Lorca configuró, una de las plazas fuertes castellanas frente a los reinos nazaríes.

A partir del siglo XVI, comienzan a documentarse restos constructivos que indican la progresiva amortización de las murallas, comenzando a registrarse muros adosados a los paramentos exteriores de la fortificación, debido a la perdida de su función defensiva tras la conquista de Granada, y la creciente estabilidad social. Las consecuentes necesidades de espacio urbano, van originando la ampliación de la ciudad, fuera de los límites de la muralla, adosándose e imbricando nuevas construcciones a los paños exteriores de la antigua muralla, quedando su trazado aunque oculto, latente a veces en la morfología, caprichosa de calles y manzanas, de esta parte del casco antiguo de Lorca.

Desde la instalación de las religiosas mercedarias en los inicios del s. XVI, cuyo primitivo monasterio de la Merced Calzada, debió quedar ubicado intramuros de la ciudad, hasta nuestros días, se han sucedido numerosas transformaciones constructivas, consecuencia de la anexión de diversas fincas colindantes, configurando en la actualidad un basto edificio que comprendido entre la las calles Zapatería, esquina con calle Rojo, esquina con calle Cava. A finales del s. XVII, es cuando se da una transformación general del edificio que se establece entorno a un patio central de morfología rectangular, a partir del cual se desarrollan, en cada uno de los cuatro lados, distintas alas, con numerosas dependencias destinadas a diversos usos. Las dependencias interiores del el antiguo convento han quedado reflejadas en diversos planos1 , entre ellas cabe destacar aquellas vinculadas a la clausura, el coro de la antigua iglesia y la capilla privada o de clausura, además de una serie de aulas dedicadas a la enseñaza.

El edificio siguiendo la normativa emitida por patrimonio, ha mantenido sus fachadas, para que en el nuevo edificio se conserven los mismos volúmenes y apariencia física que tuvo el convento de las Mercedarias.

II.- METODOLOGÍA

El punto 0.0. establecido en el estudio arqueológico (excavación – supervisión) está referido al umbral de la portada, de la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, actualmente conservada y en principio inamovible, facilitando contrastar cotas, en futuras intervenciones arqueológicas que se pudieran efectuar, en este sector del casco antiguo. Las cotas del proyecto de obras, tienen una diferencia, con respecto a las arqueológicas, de – 0.26m, si bien el plano arqueológico de las estructuras de fortificación que se adjunta, está referido a las cotas del proyecto de obras. El resto de planos y descripciones de estructuras y estratos estudiados en este trabajo, estarán referidas al punto 0.0 establecido para el estudio arqueológico.

En la excavación arqueológica se ha seguido el método de excavación en extensión, efectuado hasta las cotas establecidas en el proyecto básico de construcción. Se han realizado además, varios sondeos puntuales, en diversos partes del solar, con la finalidad de documentar estructuras de interés arqueológico.

El método de recogida de datos se ha llevado a cabo mediante Registro de Unidades Estratigráficas y Murarias, según el modelo facilitado, por el Servicio de Patrimonio. Las fichas de registro comprenden numerosos apartados, quedando cada una de las estructuras o estratos documentados, denominados con un registro numérico. En ellas se describen las unidades y se establece una relación temporal y físicamente respecto a las estructuras con las que se halla en contacto. Incluye también, datos y criterios cronológicos, basados tanto en el registro de cultura material asociado, como de la secuencia estructural y estratigráfica. A partir de estas fichas de registro, se han establecido distintas fases de ocupación del solar, que como mencionamos anteriormente, abarcan desde época calcolítica hasta la actualidad.

II.A.- SUPERVISIÓN ARQUEOLÓGICA DEL DERRIBO

La supervisión arqueológica de las tareas de derribo interior del edificio se ha realizado mediante medios mecánicos, partiendo de la parte central del edificio, concretamente del patio, llevándose a cabo el estudio parietal de todo el conjunto de construcciones, tanto las conocidas y registradas en los planos del edificio actual, como aquellas desconocidas al estar soterradas, bajo niveles de escombro u ocultas bajo enlucidos, etc.

Además de la supervisión del derribo, se han documentado numerosos elementos del convento, realizándose un estudio y en su caso recogida de los mismos, para su posterior reposición, como las numerosas vigas de madera con motivos tallados del emblema mercedario, elementos decorativos de las hornacinas de la capilla claustral, pilas en piedra con la reproducción del escudo de la orden, escudo emblemático de la fachada, balaustradas, rejería, portadas, etc.

En el derribo se han registrado bajo potentes niveles de escombro intencionales, diversas construcciones de época moderna, cuyos espacios se habían rellenado intencionalmente de materiales de desecho constructivo, para elevar el patio hasta el nivel de la calle Zapatería.
Durante los trabajos arqueológicos en el patio del convento, se empezó a documentar parte del trazado de la fortificación medieval, concretamente un tramo de muralla cristiana, adosado a un torreón islámico e igualmente un torreón cubo de época también cristiana.

A partir de la documentación de la línea de fortificación, se subdividió el solar en dos sectores:

- Sector A: Extramuros de la fortificación hasta la fachada de la calle Cava.

- Sector B: Intramuros de la fortificación hasta la fachada de la calle Zapatería.

II.B.- EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA.
SECTOR A.

En el sector A, la mayoría de las edificaciones existentes presentaban las solerías de la planta baja a, nivel de la calle Cava, exceptuando el sector del patio que fue excavado desde el inicio de la cimentación de la muralla cristiana, a partir de la cual comenzaron a registrarse niveles arqueológicos, distintos a los niveles de escombro constructivo vertidos sobre estructuras y espacios relacionados, con distintas fases del convento. A pesar de la presencia de numerosas arquetas y pozos ciegos, y potentes cimentaciones, se documentó el registro arqueológico medieval, localizándose una nueva estructura de fortificación; otro torreón islámico parcialmente arrasado, sobre el que cimentaba, el torreón cubo cristiano.

El resto del sector A, se ha excavado hasta una profundidad máxima de 1m y mínima de 0.50m, bajo el suelo actual, enrasando el interior del solar, Y eliminando las diferencias, de cota que se dan en la calle Cava. Durante los trabajos de excavación del sector A, se ha registrado el trazado del muro oeste del foso, vinculado a la fortificación islámica. La mayoría de las estructuras documentadas bajo el subsuelo de esta parte del convento, corresponden a cimentaciones pertenecientes a distintas fases posteriores a época medieval, además de numerosas arquetas y pozos de aguas residuales amortizados como vertederos, de época moderna – contemporánea que han mermado considerablemente el registro arqueológico, previo.

En este sector se han realizado tres sondeos:

Sondeo A.I. realizado para la instalación de la grúa. Tiene una planta de 4,50m de lado. Excavado hasta la cota de -12m bajo el punto 0.0. (aproximadamente 3.50m desde el nivel medio de la calle Cava) presenta una secuencia arqueológica de época medieval, arrastres de época ibero – romana, y estratos - estructuras prehistóricas, de época argárica y calcolítica.

Sondeo A.II foso muralla. Planta de 1. 50 por 1.50. hasta la cota de -12.30m. Documentándose el alzado del muro y su secuencia de amortización y utilización del foso.

Sondeo A.III está trazado a partir del muro del foso y perpendicular al mismo. Tiene una anchura de 1m por una longitud de 14m, se efectuó con la intención de buscar un posible muro paralelo al foso, si bien los resultados fueron negativos.

SECTOR B.

En el sector B, se proyectó en la nueva obra, un desfonde de 3.30m para incorporar al nuevo edificio una parte de sótano, aprovechando el desnivel de mas de tres metros, existente en la fachada que da a la calle Zapatería.

La mayor parte del sector B, presenta espacios y estructuras del convento, subterráneas; algunas de ellas conocidas durante el estudio de supervisión, como la cripta de la capilla claustral u otras con sótano, utilizadas como lavaderos y almacenes. Además de estas estancias, se han evidenciado bajo los niveles de suelo actuales, otras habitaciones amortizadas mediante rellenos de materiales constructivos de desecho y numerosos muros arrasados, todos los cuales pertenecen a las distintas fases conventuales, sobre todo en la mitad sur del sector. Por el contrario desde la medianera, con el actual colegio y el inicio del torreón central, se da una secuencia arqueológica bastante completa, aunque muy afectada por la superposición continuada de unas estructuras sobre otras, que inciden destruyendo y vaciando el sustrato arqueológico. Concretamente bajo el antiguo coro de la iglesia, la cripta y la muralla medieval, denominado Sector B.I, se han localizado los restos prehistóricos y protohistóricos, junto a diversas estructuras islámicas de tipo doméstico. En este sector de la excavación se ha realizado otro sondeo relacionado con uno de los muros ibéricos, denominado Sondeo I.B.

II. C. - MUESTRAS Y CATALOGACIÓN DE RESTOS DE CULTURA MATERIAL.

Para el estudio de los estratos prehistóricos, se han recogido muestras de tierra de las diferentes unidades estratigráficas, depositadas en el museo para su posterior flotación y estudio palinológico, que permita una aproximación a la flora y medio ambiente, de la Prehistoria lorquina. En cuanto al sistema de recogida de muestras se ha seguido el criterio, de guardar todo el sedimento de contextos cerrados o bien definidos; es decir, sin síntomas de alteraciones o intrusiones posteriores, como estructuras funerarias, u hogares.

De la secuencia prehistórica definida se han recogido muestras de carbones, que en el futuro pueden mediante analítica de carbono C-14, facilitar datos cronológicos absolutos, e igualmente restos de fibras y semillas carbonizadas, que nos permitan conocer el tipo de cultivos y dieta alimentaría.

La excavación de las sepulturas argáricas se ha llevado a cabo, haciendo una recogida individualizada de cada uno de los huesos, previamente fotografiados y numerados, con el fin de facilitar la posición y estado de conexión anatómica de los inhumados. Los restos se hallan depositados en el Museo Arqueológico de Lorca, en espera de estudio.

Para el estudio de materiales arqueológicos se han recogido diversas tipologías relacionadas con las distintas fases culturales del convento, estableciendo una ficha general; y otra prehistórica, según las tipologías y registros efectuados en las excavaciones realizadas en 1995, en Colegió de Madres Mercedarias, con el fin de unificar datos y poder obtener en el futuro conclusiones de conjunto del extenso yacimiento prehistórico que se desarrolla bajo el subsuelo de la ciudad. El siglado de cada una de las piezas, responde al siguiente código

ME + nº de Unidad Estratigráfica + nº de pieza.

III.- ESTUDIO Y FASES ARQUEOLÓGICAS DOCUMENTADAS
III.A.- FASE PREHISTÓRICA

La excavación arqueológica ha permitido documentar una importante secuencia estratigráfica de un sector del poblado prehistórico. Los estratos correspondientes a esta fase se documentan en dos sectores diferenciados. En el sector A, en el sondeo para la instalación de la grúa. Y en el sector B, ocupado por el coro de la Iglesia y bajo parte del suelo de la cripta, denominado en el estudio arqueológico Sector B.I

En los estratos más profundos de ambas zonas se han documentado fragmentos de cerámicas asociadas al período calcolítico, caracterizadas por pastas blancas y acabados con gruesas capas de almagra. Estas manufacturas cerámicas sensiblemente diferentes del repertorio cerámico argárico, ponen de manifiesto la existencia de una población anterior al desarrollo de la cultura argárica; si bien no se han reconocido muros o estructuras claras de habitación. Los restos documentados responden en el sector A, a lo que pudo ser un posible muro sobre el que se instala otro de época argárica. Y en el sector B, a un estrato, configurado por un empedrado realizado a base de pequeños guijarros; cortado por la base de una de las cistas de enterramiento argárica.

En el sector B.I. La secuencia prehistórica tiene una potencia de mas de dos metros, sin embargo las distintas estructuras y estratos documentados, se hallan afectados notablemente por la presencia de un silo – aljibe, perteneciente al convento y una gran fosa contigua (de forma acampanada) de la misma época. Estas estructuras subterráneas han vaciado gran parte del registro prehistórico; además de numerosas construcciones medievales e ibéricas que han incidido sobre parte del mismo. Por todo ello no han quedado definidos espacios claros de habitación, siendo los restos más significativos los vinculados al mundo funerario argárico, documentándose en ocasiones sesgados, o en los perfiles del silo. En la página siguiente se puede apreciar el perfil estratigráfico Oeste, del sector B.1. después de la limpieza y excavación de las estructuras subterráneas que inciden sobre los estratos prehistóricos.

Desde la U.E. 7000, se inicia el registro prehistórico. De abajo a arriba está formado por un estrato de limos arenosos, en el que se documenta un hogar (7001), quedando restos de posibles construcciones bajo el mismo (7004), evidenciadas en este sector, por abundantes restos de mampostería procedentes del derrumbamiento de construcciones pétreas. Bajo este estrato se han documentado restos de pavimentos cortados por diversas fosas de enterramiento. Localizándose en las paredes del perfil, un enterramiento infantil en fosa (7007), parcialmente cortado por el silo - aljibe conventual. A una cota inferior se localizo una cista ( cista nº3) con una tulipa que propia del ajuar exterior (7010), por lo que se procedió a ampliar el perfil, para llevar a cabo su excavación. Para ello se tomaron las oportunas medidas de seguridad, ya que la estructura quedaba en parte bajo la zona de la portada de la iglesia, actualmente conservada. Los últimos estratos están vinculados al periodo calcolítico y están formados por finas vetas cenicientas.

SEPULTURAS ARGÁRICAS.

En total se han registrado en el sector B.I., siete enterramientos de distinta tipología que se distribuyen en un espacio muy constreñido de unos 16m2 .

Sepultura 1. Enterramiento infantil en urna. Este se localizó parcialmente cortado por la fosa de la muralla islámica y en la parte superior también arrasado por estratos posteriores. Se documentó a la cota de – 2.32m. Presenta el enterramiento decúbito lateral izquierdo, dispuesto en posición fetal, con el cráneo hacia el interior de la urna. Parte del cráneo y algunas extremidades se encontraron desaparecidas, al igual que la parte superior de la urna. El enterramiento está tapado por una forma carenada de acabado bruñido, encajada sobre la boca de la urna.

Sepultura 2. Enterramiento neonato, en urna. Se encontraba situado junto al anteriormente descrito, a la misma cota y también afectado por la presión de estructuras superpuestas. Estaba contenido en una urna con pequeños apéndices, situados en la zona del borde del recipiente y tapado, por parte de otro recipiente cerámico. En el interior se localizaron muy deteriorados los restos humanos, debido a la poca osificación de los huesos. El pequeño individuo estaba localizado, en la zona de la boca de la urna. El cráneo reducido a pequeñas láminas óseas, sin morfología aparente y el costillar dispuesto de lado, siendo la longitud del fémur menor de 0.10m, lo que indudablemente corresponde a un neonato.

No se encontró, en el interior, de las sepulturas 1 y 2, ningún tipo de ajuar. Por el contrario entre ambos, había una pequeña fosa con restos vegetales carbonizados (cuya totalidad se ha recogido para su posterior muestreo). Junto al neonato se recogieron dos molinos que debieron constituir parte del ajuar exterior.

Sepultura 3. Enterramiento en covacha o fosa, localizado en el perfil oeste del Sector B.1. Este sepultura corresponde a uno de los tipos frecuentes de la cultura del Argar. Está realizada en una fosa excavada sobre el terreno y sellada, por piedras. Del inhumado (ver lám. 2), solo se conserva el cráneo parte del tronco y los huesos de uno de los brazos y de una de las piernas, por el desarrollo dentario, debió de corresponder a un individuo infantil. A pesar de encontrase cortado por las paredes del aljibe conventual, su documentación, a supuesto la constatación de este modelo de sepultura, la más simple del repertorio funerario.

Sepultura 4. Enterramiento en cista nº1. En el ángulo formado por la medianera con el colegio de las Mercedarias y la muralla islámica, se localizaron cuatro lajas de una sepultura en cista, que formaban el receptáculo donde queda depositado el ajuar exterior, en el que se encontró una tulipa y un cuenco de acabado bruñido. El resto de la sepultura se halla totalmente desaparecido, ya que esta se desarrolla entre el cemento de la medianería. Las lajas que la configuran están formadas piedras de yeso, en las que se aprecian entalladuras para su encajamiento. En su superficie se puede observar el repicado de los útiles empleados en su manufactura. Del inhumado no tenemos restos de ningún tipo ya que el desarrollo del interior probablemente quedo desaparecido tras la construcción del nuevo colegio. La laja superior que debío cubrir el enterramiento se encuentra a la cota de – 2.20m bajo el punto 0.0, situándose aproximadamente a la misma altura que las sepulturas 1 y 2.

Sepultura 5. Enterramiento en cista nº 2. La estructura es la mejor documentada ya que no presenta incidencias de construcciones posteriores. Comenzó a documentarse a partir de un túmulo de mampostería de tendencia oval que recubría una gran laja de yeso, tras la retirada del túmulo se pudo apreciar la cubierta de la sepultura, apreciándose una pequeña fosa en el exterior sur de la misma.

En el exterior de la caja pétrea, se documentó, un molino dispuesto en el lado este y una tulipa, con signos de combustión, en el lado oeste; único ajuar registrado en la sepultura. La laja de la cubierta, situada a la cota de -2.81m, se encontraba fragmentada, si bien parece corresponder a una sola pieza. Tras la extracción de la misma, se localizaron cuatro lajas dispuestas en vertical configurando, un espacio interior de 0.84m por 0.56m.

La sepultura presenta cuatro lajas laterales, las largas contienen a las dos cortas, quedando encajadas por cuñas pétreas, no registrándose entalladuras labradas. En su interior se localizan tres lajas aplanada, dispuestas de forma horizontal, contenidas entre las cuatro verticales, dos de ellas de caliza.

El inhumado corresponde a un individuo adulto de avanzada edad, según se deduce del desgaste dentario y la perdida de numerosas piezas dentarias, tanto en la mandíbula inferior, como superior. Estaba dispuesto decúbito lateral izquierdo, en posición fetal. Todo el cuerpo se halló en conexión anatómica.

Sepultura 6. Enterramiento en cista nº3. El enterramiento se localizó en el perfil Oeste del sector B.1. Realizándose la excavación del mismo ampliando el perfil y dejando libre la parte superior de la cista, extrayendo la laja superior y la que cerraba el lado menor Este.

La sepultura está formada por 6 lajas, la superior fracturada. Dos de ellas, están dispuestas de forma horizontal: la cubierta de mayor tamaño, que cubre las cuatro verticales presentando entalladuras que abrazan a las más pequeñas; y una inferior que forma la base, encajada entre las laterales. A diferencia de la cista nº 2, encajada con cuñas; e igual que la cista nº1, presenta entalladuras, localizándose en este caso, en las lajas laterales largas que contienen a las menores. Después de la excavación del inhumado se pudo apreciar un túmulo que contenía la caja, por los lados Norte y Oeste, quedando la laja sur directamente adaptada al terreno.

El inhumado presentaba los restos óseos, con gran desorden pudiéndose observar durante la excavación, numerosos huesos desarticulados y descolocados, además de gran cantidad de piedras de mediano y pequeño tamaño, entre los mismos. El cráneo situado en la zona noroeste de la cista, sólo presentaba la mandíbula inferior. La única zona hallada en conexión fue parte de la columna, cadera y una pierna dispuestos como el enterramiento en cista2; e igualmente las dos manos. Entre los huesos humanos se pudieron localizar algunos de animal, hecho bastante común en los enterramientos argáricos, que incorporan a las tumbas ofrendas de tipo alimentario (documentándose en ocasiones vasos con cereales carbonizados).

Durante la exhumación del inhumado, pudimos apreciar la ausencia de algunos huesos del cuerpo, pudiendo comprobar tras el vaciado de la cista; y después de desmontar las lajas que la forman, numerosos huesos humanos, encajados entre el túmulo exterior que contenía la laja norte. El estado y disposición de los huesos indica la apertura de la fosa probablemente para incorporar los restos de otro inhumado, si bien hasta que no se realice el estudio antropológico de los mismos no podemos saber el número de individuos que pudieron ser enterrados, dada la presencia de restos fuera y dentro de la cista. Sin embargo se ha constatado la presencia de al menos un individuo adulto. Este tipo de remociones en los enterramientos es muy común en el mundo funerario argárico; ya que se han podido reconocer, en otros yacimientos argáricos, la reutilización funeraria de una misma sepultura. En cuanto al ajuar localizado vinculado al enterramiento, contamos con restos en el exterior de la fosa, concretamente en el lado este de la misma (ver lámina,2), donde se localizó una tulipa.

En la parte interior se localizaron varios elementos metálicos: dos espirales de plata de pequeño tamaño, uno junto a la cadera y otro junto a la parte media, de la laja sur; y en la base de la cista, bajo las costillas, un puñal de cobre de dos remaches. Hay que destacar que dos de las costillas junto a las que se localizó el puñal, se hallaban quemadas lo que indica una combustión in situ, hallándose igualmente restos de un pequeño grupo de fibras vegetales carbonizadas. Entre la tierra y los huesos de la cista, se localizaron diversos fragmentos cerámicos de pequeño tamaño, entre ellos cabe destacar una pared con pequeñas perforaciones, que algunas tipologías identifican como queseras y otras como pebeteros.

Sepultura 7. Esta formada por dos urnas afrontadas que contienen un enterramiento doble. La sepultura se localizó bajo el perfil del muro ibérico, desmontándose dicha estructura para su excavación. Está formada por dos urnas afrontadas contenidas por un túmulo pétreo que las cubre y a la vez contornea quedando encajadas sobre el suelo.

Si bien, debido a la presión del muro, e igualmente a la disposición que tienen, ligeramente oblicuas al plano horizontal, ambas no se hallan encajadas. Este hecho a debido originar el mal estado de conservación de algunos de los huesos hallados, debido a filtraciones de agua. Sobre la urna inferior y de mayor tamaño, utilizada como contenedor, se localizan numerosos fragmentos de otras urnas que iban recubriéndola. Los inhumados localizados corresponden a un individuo adulto y un niño de unos 8 – 9 años, ya que este presentaba en el desarrollo dentario, el cambio de los dientes correspondientes a las paletas. El adulto se encontraba de cúbito lateral derecho encajado el cráneo, en el fondo de la urna, aunque ligeramente desplazado, sobresaliendo las extremidades inferiores, a la altura de la cadera quedando fuera del recipiente cerámico.

El individuo infantil, se localizó dispuesto ante el adulto; si bien excepto el cráneo y la mitad superior del cuerpo, quedaron contenidos en la urna contenedor, el resto del cuerpo se introdujo en la en la urna tapadera.

El ajuar exterior estaba formado por dos molinos dispuestos junto al túmulo pétreo. En el interior se documentó un vaso de base plana y borde saliente, colocado entre los dos cráneos. Además del recipiente cerámico se hallo, bajo el cráneo del adulto, justo en el lado izquierdo, una gruesa espiral de plata de tres vueltas, que forman una circunferencia de 3.5cm.

Además de esta tipología de enterramientos, anteriormente expuesta, se han localizado fragmentos de muros muy arrasados, uno de ellos al parecer de aterrazamiento (próximo a la cista 2.) , aunque muy mermado, parece quedar dispuesto, conteniendo los desniveles que debieron salvar las estructuras del poblado.

Bajo los suelos de la cripta hacia la mitad sur y bajo un potente nivel de derrumbes, de época argárica, se localizaron dos muros que se desarrollan bajo el potente muro ibérico. Están configurados por mampostería de litología diversa y tierra. Su documentación a una cota mucho más baja que los evidenciados, bajo el Coro de la Iglesia, indican la gran pendiente natural en la que se establece el poblado prehistórico; actualmente bien manifiesta, si observamos la gran diferencia de cota existente de un extremo a otro, en la propia calle Zapatería y mucho mayor en la calle Rojo. Junto a una de las estructuras localizamos lo que debió ser un vasar, configurado por diversas piedras dispuestas en circulo, formando un receptáculo.

III.B.- FASE IBERO – ROMANA

En los niveles superficiales o alterados del solar ha sido frecuente el hallazgo de cerámica ibérica descontextualizada, que refleja la alteración de niveles relacionados con este período cultural. Los restos de cultura material corresponden los siglos IV al II a.C., registrándose también fragmentos de cerámicas campanienses.

En el sector A. Se documentan un potente estrato de arrastre, que se inicia bajo la cimentación de la muralla cristiana e incide, ya en el interior del sondeo A.I., sobre los estratos y restos de época prehistórica. La unidad formada, por cantos redondeados de pequeño y mediano tamaño, va acompañado de numerosos fragmentos cerámicos, entre los que destacan: cerámicas pintadas en rojo, con decoraciones típicamente ibéricas; fragmentos de ánforas (bordes, apices, asas...) o numerosas formas abiertas. Entre los restos se dan pequeños fragmentos de cerámicas campanienses y otras cerámicas de pastas blancas, pintadas con líneas negras y rojas. Entre el conjunto también se dan algunos elementos metálicos ( en estudio) uno de ellos perteneciente a una fíbula.

En el sector B de la excavación, aunque no son muy cuantiosos los restos arqueológicos asociados a este período, si son significativos, pues dan testimonio, del escasamente conocido, poblado ibérico de Lorca . Estando por contraposición, bien documentada la necrópolis ibérica, a través de numerosas excavaciones efectuadas en el casco antiguo, como las realizadas hace unos años, en la C/ Rubira, o las recientemente efectuadas en la Plaza de San Vicente o en la C/ Corredera.

Los restos documentados corresponden a dos muros que se desarrollan de forma perpendicular, aunque por la incidencia de construcciones posteriores han perdido su posible conexión. Las estructuras están realizadas por grandes bloques de mampostería (piedra caliza extraída de canteras proximas), trabadas con pequeños guijarros y tierra.

El muro correspondiente con la U.E. 1070, se localiza bajo el coro de la iglesia, está orientado de norte a sur y tiene una longitud máxima de 4.20m. Su espesor es de 1.40m. La parte superior del muro se registra entre las cotas –1.80 y –1m. La cara oeste, es la única que presenta buen acabado, mientras que la opuesta se halla cortada por dos estructuras subterráneas conventuales, siendo menos fiable. Solo conserva una hilada en todo su recorrido, excepto en el extremo norte donde todavía mantiene tres hiladas, siendo su espesor mayor. En el extremo norte también hacia la cara exterior del muro se localizan algunos elementos de arrastre y restos de un estrato vinculado a la estructura, formado por tierra anaranjada U.E. 1090. Tanto el tapial del muro como el estrato asociado presentan diversos materiales ibéricos, incluida parte de una fíbula. Estos materiales aunque no son muy cuantiosos, nos informan del momento de fundación del muro.

El otro muro ibérico U.E.4003, se sitúa bajo la cripta y se desarrolla, bajo el muro Este de este espacio conventual. Tiene orientación Este – Oeste. La estructura tiene una longitud máxima conocida de 5m, desarrollando también bajo el límite de seguridad de la calle Zapatería. Comienza a registrarse entre las cotas –2.82m y – 2.79m. Su espesor es considerable ya que alcanza unos 2.20m. Solo presenta acabado hacia el lado sur, quedando adaptada su construcción a la pendiente natural y a los estratos previos, reutilizando en su instalada un muro argárico que se desarrolla en sentido perpendicular, a la unidad. Es en este sector es donde se ha realizado un pequeño sondeo hasta la cota de – 4.10m con la finalidad de documentar la secuencia estratigráfica del mismo y su técnica constructiva.

El emplazamiento de la estructura en una zona caracterizada por la pendiente y su considerable espesor, indican su función como muro de cierre de esta parte del poblado que indudablemente debió desarrollarse hacia el noroeste del solar.

A pesar de hallarse a nivel cimentación se pueden apreciar en las caras exteriores, restos de un revoque a, base de barro rojizo muy compacto. Hacia el exterior del muro 4003, localizado bajo la cripta, se hallaron derrumbes de la estructura a base de grandes piedras que debieron ser desplomadas debido a la pendiente, documentándose también restos de adobe anaranjado de un grosor irregular de entre 8 y 10cm. Estratigráficamente, ambas estructuras se instalan sobre niveles y estructuras argáricas, quedando cortados, por otras medievales y modernas. Es frecuente observar en muchos de los muros de época histórica, piedras de las mismas características y dimensiones que las de los muros ibéricos que indican el arrasamiento de estas estructuras para realizar nuevos muros. Por todo ello el poblado ibérico se encuentra muy mermado.

III.C. - FASE MEDIEVAL
III.C.1.- FASE MEDIEVAL ISLÁMICA

Restos de época califal

Las evidencias registradas en este período son de tipo cerámico, vinculadas a estratos y estructuras de poca entidad.

En el sector A, bajo cimentación de la muralla islámica, se ha documentado un nivel formado por arenas y gravas, sueltas cuyo origen debe ser de arrastre, en el que se hallan un grupo de materiales califales, si bien en el mismo se encuentran otros elementos cerámicos islámicos, algo más tardíos.

En el sector B.I. , se localizó una gran fosa que corta los niveles argáricos llegando en la base de la misma, hasta niveles calcolíticos. Se sitúa al exterior del muro ibérico 1070, lo que hace pensar que esta estructura quizás fuera reutilizada en los primeros tiempos del establecimiento de tribus árabes. La ausencia de una muralla islámica en época califal en este sector, probablemente poco urbanizado hace pensar que los muros preexistentes pudieran ser utilizados por la nueva población. En este sentido cabe pensar que los materiales representativos de este período, forman estratos de desecho, y solo se han localizado hacia el exterior de ambos muros ibéricos. La fosa colmatada de tierra suelta y rellena de numerosos materiales cerámicos del primer periodo de ocupación musulmana, se encontraba sellada por un nivel de pavimentación de la muralla islámica del s. XII y bajo restos de una vivienda islámica coetánea a la muralla.

Bajo la cripta también localizamos un estrato formado por tierra y materiales de desecho constructivo (yesos, pequeños mampuestos, etc), sobre el que cimentan, los muros de otra vivienda islámica del s. XII.

Su posición estratigráfica y las características tipológicas de sus materiales, permiten evidenciar, cierto tipo de poblamiento islámico que debió de constituir la base de la población, situada extramuros de la primitiva cerca del castillo. La evolución y desarrollo de esta población originó, ya en época almohade, la ampliación de la medina, estableciendo otra muralla que acogiera y protegiera a la población diseminada por la Sierra del Caño, cuyo trazado recorre el solar y que en el apartado siguiente comentaremos.
Entre el conjunto de cerámicas localizadas, cuyas tipologías corresponden a los siglos IX – X, destacan ataifores vidriados con decoración verde – manganeso, candiles de piquera ancha, tinajas con refuerzos digitados, jarras de cuerpo poco desarrollado y decoración digital en manganeso, fragmentos de tanhures, etc.

Restos de época almohade

Estructuras de fortificación.

Los restos de fortificación que se documentan en el solar fueron erigidos en época almohade, hecho bien documentado arqueológicamente durante el transcurso de la excavación, e igualmente en los textos documentales.

La técnica constructiva empleada es la tapia de hormigón de cal, que es el tipo de fábrica en la que ayudándose de un encofrado de madera, formando un cajón, se vierte sobre la masa de hormigón de cal, grava y piedras hasta que fragüe, construyéndose los cajones adosados unos a otros horizontal y verticalmente. A pesar de la erosión, repicados, reparaciones, etc, que ofrecen las caras externas del conjunto de la fortificación, en todas se observan en mayor o menor medida, huellas de la impronta de las tablas, mechinales, cajones, etc. Entre los materiales empleados destaca el tapial, simple tierra apisonada dispuesta entre finas vetas de cal, que se introducía tanto en el interior de los torreones; como en el interior de la muralla, formada por dos forros de cal y macizada en el interior, con tapial. En los basamentos los morteros eran más consistentes y gruesos mientras que en la parte del coronamiento eran menores, originando a la larga, un mayor deterioro. Estos materiales permitían un levantamiento de grandes infraestructuras con cierta rapidez, y no muy elevado coste. Tanto la fábrica, como el empleo de estos materiales constructivos caracterizan a la arquitectura militar andalusí, de este período.

Las estructuras más representativas que se han exhumado son los torreones, entre los que contamos tres de época islámica. Su estado de conservación es bastante aceptable, al menos para el caso del torreón II y III; mientras que el torreón I, se encuentra prácticamente arrasado, conservando solo la base del mismo.

Los paños de muralla que iban cerrando el recinto fortificado, instaladas de torreón a torreón, se encuentran casi totalmente desaparecidos.

Debieron existir dos tramos, del primero, situado entre el torreón I y II, no se han documentado arqueológicamente, ni restos ni rastros del mismo. La fuerte pendiente existente, derivada de a la topografía de la ladera y la posible vaguada natural que debió recorrer de este a oeste el solar, desde la actual calle Horno de las Monjas, ( bien documentada en los niveles de arrastre que se superponen desde época ibérica, localizados bajo el tramo de muralla cristiana), debieron ser factores naturales que directamente influyeron en la estabilidad del paramento. Su posición en un plano de pendiente y los embates del agua en época de lluvias torrenciales debieron afectar a su integridad, probablemente derribándola; si no fue así, su estado debió ser poco seguro, dada la instalación de un sólido tramo de muralla que ocupo su lugar, ya en época castellana.

Del segundo tramo de muralla, localizado entre el torreón II y III, solo conocemos el forro interior, documentado en el cierre del torreón III, prolongándose a una cota inferior hacia el torreón II. Sus cajones fueron utilizados como cimentación de un tramo de muralla cristiana. Del forro exterior y los tapiales internos no tenemos constancia arqueológica (por el contrario en el tramo de muralla localizado, en el Colegio de M. Mercedarias), sí se conocen los tapiales internos de la muralla. Si bien como es propio de las murallas islámicas, las cotas a las que se desarrollarían sus cimentaciones, hacia el exterior quedarían, mas altas que las de los torreones.

Descripción de estructuras.

TORREÓN I.

Está situado en el lado sur del solar, quedando ubicado bajo el muro de cierre del convento. Tiene una planta rectangular, de la que solo conocemos, dos de sus lados: el norte tiene una longitud de 3.83m, y el frente de 6, 84m siendo esta longitud algo mayor ya que no conocemos su desarrollo bajo el muro de cierre del solar y la C/ Rojo.

La altura conservada no es mayor de 1.50m. no localizándose en sus caras externas huellas de mechinales; probablemente, fue arrasado a partir de la primera hilada, debido a la construcción de otro torreón posterior, de época cristiana y a las numerosas transformaciones del convento.

Bajo el torreón se documenta un fuerte tapial, ausente de vetas de cal (con materiales islámicos y otros divergentes), sobre el que se inicia el primer cajón, de encofrado que tiene un espesor irregular, de 0.60 – 0.40m. Su interior está macizado con tapial y vetas de cal.

La estructura con respecto al torreón II, queda instalada a una cota mas elevada, probablemente para contrarrestar la pendiente o debido, a otra infraestructura vinculada a la fortificación, el foso. Ambos parecen estar en conexión, probablemente el frente del torreón I, tuvo continuidad con el muro del foso, configurando un talud, o basamento escalonado.

Sobre el torreón I, quedó instalado con posterioridad un torreón cubo de época cristiana. La estructura de fortificación se encontró bastante arrasada, además de habiendo perdido sus características físicas fundamentales, tanto en altura como en la cimentación.

TORREÓN II.

Se desarrolla a una distancia de aproximadamente 12,20m del Torreón I y de 9.71m del, Torreón III. Es el mejor conservado a pesar de las reparaciones y fuertes enlucidos que presenta, sobre todo en la parte superior, debido a su continuada reutilización de sus paños, como paredes de edificaciones que fueron amortizándolo. Su alzado exhumado es de 8.90m y tiene unas dimensiones de lado de 6m (lado norte), 3. 53m (lado sur) y de frente 8.80m (en la base), disminuyendo ligeramente en altura, formando sus paramentos cierto talud.

En su interior se encuentra macizado de tapial y vetas de cal contenido por un encofrado de cal de uno espesor medio de 1.50m. al menos en el coronamiento de la estructura donde fue vaciado debido a la instalación de dos vertederos correspondientes a s. XVIII.

En sus paños se aprecian numerosas huellas del encofrado. Desde la base que se inicia a la cota de –10.50m, y a una distancia vertical de 2m, comienza la primera hilada de mechinales en el frente del torreón que marca la impronta del primer cajón vertical, desarrollándose sucesivas líneas de mechinales cada 0. 85 –0. 90m, formando desde la primera hilada hasta ocho cajones superpuestos.

Por el contrario en el lateral del torreón presenta la primera hilada de mechinales a una altura, desde la base, de 2.90m. La presencia de estas agujas que separaban los cajones, situadas a distinta altura en cada uno de los paramentos del torreón, indica el talud natural existente, también reflejado en la impronta de flanco lateral del torreón.

TORREÓN III.

Se encuentra en el lado norte del solar, formando medianería con el colegio de M. Mercedarias, quedando visto aunque con fuertes enlucidos en el patio del colegio. Presenta un alzado de aproximadamente 8m desde el nivel actual del patio. La estructura se localizó a la cota de – 1m.

Esta formada en la parte superior por un encofrado de cal y relleno de tapiales de tierra y cal. Hacia el extremo externo presenta la muralla de la ciudad, formada por un solo cajón. Aunque su alzado es considerable desconocemos muchos de sus datos; ya que sus lados se hallan enlucidos y reutilizados como paredes del colegio.

EL FOSO.

El foso de la muralla desconocido arqueológicamente hasta el momento, probablemente dio origen a la posterior denominación de la actual calle Cava. La estructura se ha documentado en el solar, siguiendo un recorrido rectilíneo configurando una línea de protección que antecede a los torreones islámicos.

Comenzó a localizarse en el sondeo del patio, estando formado hacia el interior, es decir hacia el Oeste, por tierra compactada y vetas de cal, estudiadas en el interior del sondeo de la grúa.

Entre los tapiales se localizaron fragmentos cerámicos esgrafiados, propios de época almohade que han servido para su datación. Hacia el exterior, configura un muro de encofrado de cal que desciende hasta una cota de algo mas de – 13m, desde el punto 0.0, el cual solo ofrece cara hacia el Este, presentando las típicas huellas de tablas, si bien no presenta muestras de mechinales. En la parte mejor conservada, bajo el frente, del torreón II, conserva un escalonamiento, que hace pensar que esta fue su morfología en todo su recorrido.

El foso además de hacer una función defensiva debió de configurar un acondicionamiento del terreno sobre el que se fue instalando la fortificación y los torreones. Para su estudio, se ha realizado un sondeo, que presenta una estratigrafía con buzamiento hacia el lado de la pendiente natural; es decir hacia el Este. Los estratos están formados por capas de limos, arenas y gravas alternados, documentándose tantos restos de cultura material islámica como mudéjar, quedando amortizado posteriormente por los muros del convento.

Con posterioridad, se hicieron varios sondeos (sondeo A.III) en este sector del solar, con la intención de localizar la pared opuesta al foso, por donde se supone fuera conducida el agua; si bien todos ellos fueron infructuosos debido a la amalgama de cimentaciones, arquetas, pozos ciegos, de distintas fases del convento, que han destruido la secuencia medieval.

La muralla Islámica

Esta parte de la fortificación como comentábamos previamente se halla prácticamente desaparecida. Las murallas de época almohade, están formadas por forros exteriores levantados con cajones de hormigón de cal, rellenos en su interior con tapial de tierra. En el solar solo se ha localizado el forro interior, que se desarrolla desde el torreón III, hasta el inicio del torreón II.

El primer tramo se localiza, a la espalda del torreón III ( ver foto 4). Esta parte de la estructura, corresponde al alzado, ya que a ella se adosa un pavimento de gran espesor contemporáneo a la muralla y a restos de viviendas islámicas del s. XII, que se localizan intramuros. La estructura se documenta entre las cotas – 0.81m y - 1.20m. Tiene una longitud de unos 8m, enlazado con otro tramo, que se desarrolla a partir del ángulo Sur, del torreón III, hasta el inicio del torreón II. La zona de unión de ambas estructuras está cortada por el acceso a la cripta.

El segundo tramo se localiza a entre las cotas - 2.43m y –2.57m. documentándose en una longitud de unos 6m, ya que se halla cortada en sus dos extremos por construcciones del convento. La estructura debió ser recortada para instalar sobre la misma un nuevo tramo de muralla en época medieval cristiana que la utiliza de cimiento.

Junto a la descripción arqueológica de las estructuras de fortificación, cabe reseñar algunas de las narraciones recogidas por los historiadores locales de Lorca, como la citas siguientes, de Canovas Cobeño , en las que describe la fortificación de la madina en época islámica, aportando datos cronológicos de su formación :

“No tiene razón el P. Morote para atribuir la construcción de esta muralla a los cartagineses, primero porque en tiempo de éstos no existía Lorca, y aun cuando concedamos que existiese, no era posible que fuese tan populosa como supone la extensión de su perímetro; segundo porque las fortificaciones de los cartagineses en España no eran de argamasa y piedra, sino de tierra, formando lo que se llama Tapiales. El arco ojival, los adornos y sobre todo la imposta corrida de la puerta que hemos dicho existe en el Porche de San Antonio, cuyo carácter es propio de la arquitectura árabe del siglo XII, unido al hallazgo de un a porción de monedas en esta muralla hace algunos años, las cuales pertenecían todas a Aben – Saad, corroboran nuestra opinión”.

“No era empresa fácil la conquista de esta ciudad, pues además de ser una de las más populosas del reino, sus habitantes acostumbrados á seguir las inspiraciones de un caudillo tan altivo é independiente como era Aziz,; tenía además en su territorio no pocos castillos y pueblos y todos sus habitantes habían acudido a defender la que consideraban como su capital, la cual, á mas de la muralla antes descrita, y cuya altura no permitía usar escalas para asaltarla, estaba además dominada por la fortaleza ó castillo que ocupaba la cima ó planicie del monte. Para la mejor inteligencia es conveniente que digamos como estaba en aquella época: aunque el trayecto de la muralla que la circuía era bastante extenso y prolongado de Este a Oeste, la población estaba concentrada en la parte de Levante y Norte extendiéndose desde la calle de Quinquilleros por la falda de la actual parroquia de San Juan, siguiendo por el sitio llamado el Paredón y desde la calle de Gomélez seguía por la parroquia de Santa María, hasta la de San Pedro que era la menos poblada. Las poblaciones amuralladas tienen las puertas en relación con los caminos que a ellas afluyen, o con los puntos o sitios más frecuentados por sus habitantes, y esto mismo pasaba en Lorca; una de estas puertas, por cierto la única que queda, correspondía al camino de Murcia y acaso para evitar la gran cuesta que había para entrar por ella, se construyó otra más inmediata al río, al norte de la ciudad, y esta es la que se llamó después la Puerta Nueva (se descubrieron sus vestigios en un torreón de la calle de los Pozos que está en el corral de una posada o molino de la calle de la Rambla); dice el P. Morote que había otra próxima al Convento de Monjas Mercedarias actual, y que él conoció el arco que formaba, por esta se saldría a la parte de la huerta y campo cercana a la población; estas tres puertas distaban una de otra próximamente doscientos metros y ya no había más que otra en la parte más occidental próxima a donde está la iglesia de San Pedro (CANOVAS, 1989:133).

Arquitectura doméstica intramuros de la muralla.

Junto al tramo de muralla islámica anteriormente descrito, se han localizado los restos de al menos tres viviendas islámicas, correspondientes a época almohade. Su trazado es prácticamente imposible de reconstruir, ya que se hallan muy fragmentadas en extensión y mermadas en altura, constituyendo en ocasiones solo cimentaciones.

La primera de ellas se documentó bajo el coro de la iglesia. Esta formada por diversos muros con trazado ortogonal entre los que se observan varios pilares. En este caso conserva restos de pavimentos instalados a una cota de – 1.70m y 1.56m. Lo mas destacado de esta vivienda es un pequeño umbral que da acceso a lo que debió ser, la huella del inicio de una escalera que se desarrollaría sobre un machón cuadrado, indicando la presencia de dos alturas en esta vivienda.

Este tipo de rellano de escalera, también se documento en otras estructuras domesticas islámicas localizadas en las excavaciones de la C/ Marmolico, de Lorca. Aunque no conocemos ningún espacio completo de las salas que contenía, por las características de sus muros, debió ser de pequeño formato. Los suelos de la vivienda respecto al pavimento vinculado a la fortificación; es decir de una de las calles paralelas a la muralla, es acorde con el de los suelos de la vivienda ya que se documenta en este tramo entre las cotas - 1.20m y 1.80m.

Otra de las viviendas documentada se registra bajo los suelos de la cripta y el espacio contiguo. Se conserva a nivel cimentación cortada por los suelos de la cripta como se puede observar en la foto anterior.

La técnica constructiva de todas estas estructuras es la tabiya, formada por encofrados a base de: morteros de cal, de yeso y mampostería o de tierra; observándose en las cimentaciones, las huellas de las tablas del encofrado.

Paralelo al tramo de muralla islámica, situado entre los dos torreones, se ha documentado una atarjea formada por dos muros paralelos de cal y piedra y cubierta de lajas. La estructura gira hacia el Oeste, quedando perdida bajo los muros del convento. Es conocida, en la trama urbana islámica, el desarrollo de atarjeas de evacuación de aguas residuales, que se implantaban bajo las calles, canalizándolas desde las casas hasta la red general, siendo expulsada fuera de las murallas.

La atarjea presenta una gran pendiente en la base, documentándose en la parte mas elevada a la cota de –2.88m y en la parte más baja a 4.10m. Su profundidad media es de unos 0.50m. En su interior se documento un estrato de tierra muy suelta vinculado a cerámicas islámicas. Si bien en el extremo donde tiene mayor profundidad parece tener un recrecido, que junto a algunos fragmentos de época medieval cristiana, permiten suponer su utilización en este período. En el lado oeste de la atarjea se documentan, diversos pilares de yeso y tapial que debieron constituir los restos de alguna vivienda islámica.

III.C.2.- FASE MEDIEVAL CRISTIANA

Abarca desde la conquista castellana en 1242 hasta el s. XV. En esta fase se reconocen numerosos cambios en la fortificación debido a las necesidades de mantener unas defensas muradas bien sólidas, ante el peligro de ataque, por parte del Reino de Granada. Los textos medievales de época cristiana hacen continuas alusiones a las reparaciones de la muralla, dictaminadas por orden real. Entre ellas cabe mencionar algunas que ilustran este proceso:

CARTA DEL REY DON FERNANDO IV CONCEDIENDO EL SIETMO DE LAS CABALGADAS PARA REPARAR MUROS Y TORRES. Valladolid. 5 de Agosto era de 1333 (1295).

“Por facer bien y merced al Concejo de cabalgadas que se ficieren y viniesen y á Lorca este sietmo lesdo para las mis labores de los muros y de las torres de la villa de Lorca por cuanto tiempo yo tubiere por bien que loa ayan. E sobre esto mando y defiendo que ningun rico- ome ni adelantado ni concejo ni ome alguno non sea osado de les ir nin de les pasar contra esto que yo mando;... E ellos que sean tenudos de meter los mrs. Que montan en el sietmo que yo les do en las lavores del castiello y de las torres de y de la villa con recabdo” (CANOVAS,1989: 224)

CARTA DEL REY FERNANDO IV CONCEDIENDO TODAS LAS RENTAS QUE TENÍA EN LORCA PARA REPARAR SUS FORTALEZAS. Buitrago 20 días de Marzo de la era de 1343 (1305)

“... Por facer bien y merced al concejo de Lorca y por que el alcazar y la villa sean mejor guardadas para mío servicio. Do otorgo y confirmoles que ayan para las labores de sus torres del alcazar y la villa, todas quantas rentas yo ...” (CANOVAS 1989: 227).

Durante el trascurso del estudio arqueológico del solar se han documentado tres estructuras de fortificación que corresponden a este período. Estas corresponden con dos tramos de muralla el primero situado entre los torreones islámicos III y II y otra entre el torreón II y otro contemporáneo a la muralla, el torreón IV. Su relación parietal y estratigráfica, reproduce una secuencia constructiva temporal posterior a las estructuras de fortificación descritas anteriormente, de época islámica.

Las estructuras están realizas con mampostería de mediano y gran tamaño trabadas con cal y pequeñas cuñas petreas, presenta sus paramentos exteriores careados. Sus cimentaciones son a base de cal y piedras.

El primer tramo de muralla queda cimentado sobre parte de los restos de la muralla islámica. Se documenta en altura entre las cotas –1.17m y 1.35m. Su espesor es de aproximadamente 2m y su longitud de 6m. Su alzado hacia el exterior no ha quedado bien registrado debido a la presencia fuertes enlucidos, a las que se adosa.

El segundo tramo de muralla tiene un espesor de aproximadamente 2m y una longitud de 12m. La parte superior se documenta entre las cotas - 2.26m y 2.67m. Su alzado hacia el interior es menor de 1m; documentándose a partir de la cota 3.72 – 3.52m un pavimento de cal relacionado, con la muralla. Hacia el exterior conserva un alzado máximo de 3.74m desarrollándose a partir de la cota – 6m, el inicio de la cimentación del mismo. La muralla se halla adosada al torreón central de época islámica y trabada al torreón cubo IV, por lo que constructivamente, es coetáneo.

TORREÓN IV.

Este torreón se halla macizado de tierra como los islámicos si bien sus paramentos son de mampostería y tienen un espesor medio de 1.50m. En su interior se recogieron algunos materiales cerámicos ( lozas verde y morado, mudéjares) que nos informan del momento de su construcción en los primeros siglos de la conquista castellana. Su tipología responde al tipo de torreón cubo. En el frente tiene una longitud de 4.60m; en el lado norte, 3.20m y en el lado opuesto 3.58m. Esta situado sobre la base de un torreón islámico que se conserva muy sesgado, el cual reutiliza en parte como cimentación. Su parte superior se inicia entre las cotas – 5.88m y 5.17m.

A partir de los 6.30m se inicia su cimentación que se prolonga a una cota mas profunda a la de la muralla, como es propio de los torreones en general, quedando adelantados de la propia línea de la muralla, cimentando a mayor profundidad.

En el sector B, no se han localizado estructuras claras de la trama urbana de esta época, solo se han aprecian dos muros que están relacionados con el suelo de cal, asociado a la muralla; ofreciendo una espacio de planta rectangular junto a otros muy mermados de la misma fábrica y materiales, que pudieron configurar estancias de viviendas mudéjares.

Tras la conquista de Granada EN 1492, las murallas van perdiendo su función defensiva siendo progresivamente absorbidas, por la dinámica urbana. Concretamente a mitad del s. XV, se hace un ascensamiento de todo el recinto murado debido a la inutilidad de mantener unas defensas, alejado el peligro de ataques cada vez menos probables conforme avanzaba el siglo. Sin embargo con un carácter solo de apariencia reforzó sus defensas en la década de 1480, recibiendo para ello rentas reales. Las obras estaban contempladas dentro del plan de avanzadas sobre los granadinos que, por lo que respecta al flaco de Lorca, quedaron resueltas en 1488 (MUÑOZ CLARES, 2002:151).

A finales de la Edad Media, en 1411, llegó a Lorca San Vicente Ferrer, según las narraciones de varios historiadores locales como el P. Morote, Canovas o Espin, se citan algunos datos referentes al solar objeto de estudio:

“Los días que estuvo aquí fray Vicente estuvo hospedado en casa del arcipreste de Lorca, Gonzalo vaques, en la calle de la Zapatería, casa situada sobre el adarve de la muralla de la parte alta de la població , junto a la puerta de Gil de Ricla, en la que daba principio la calle en cuesta que, pasando ante la iglesia de Santiago, concluye en la de la Corredera, en el mismo sitio en que, según la tradición, predicó San Vicente Ferrer, en lugar espacioso, junto a la cerca del arrabal o parte baja de la entonces villa de Lorca”. (ESPIN, 1999: 165)

III.C.3.- EVOLUCIÓN DEL CONVENTO DESDE EL S. XVI.

La fundación del convento de mercedarias se menciona en distintas obras de la Historia de Lorca, como se recoge, en la siguiente cita:

“La casa en que se hospedó el Santo, en la calle de la Zapatería, en el territorio de la collación de San Jorge, casa propiedad del arcipreste Vazques, lo fue después de otro arcipreste de Lorca, llamado Montesinos del Puerto, éste, en su testamento, otorgado en 26 de diciembre de 1512, la destinó a que cuando falleciera se estableciere en ella un beaterio, sin sujeción a orden ni monasterio alguno, sí solo a la autoridad del obispo de Cartagena, y que fuese madre de este beaterio su hermana Teresa Fernández del Puerto bajo la advocación de Santa María de la Consolación; a los pocos meses el provisor del Obispado, sede vacante, Ginés Mergelina, autorizó al arcipreste Montesino y su hermana para la fundación de este beaterio. Después, en 16 de Agosto de 1515, el papa León X concedió bula para erigir este beaterio en monasterio de la Merced Calzada, a petición de las madres Teresa Fernández del Puerto y Maria de Tapia con las demás sorores, fundación que hasta hoy subsiste, en donde se conserva la tradición de haber ocupado la casa que hospedó al Santo el sitio de la actual iglesia de este monasterio de mercedarias “. (ESPIN, 1999: 165).

A partir de siglos XVI, ya se encontraba amortizada la muralla, quedando adosadas casas a las torres y lienzos en prácticamente todo el circuito. Este aspecto ha quedado bien manifiesto en el caso del solar que nos ocupa documentándose numerosos viviendas que utilizan como paredes las estructuras de la cerca defensiva, tanto extramuros como intramuros.

El dato más representativo es la propia construcción de la Colegiata, en 1533, realizada sobre la muralla de la ciudad y el emplazamiento de la iglesia de San Jorge.

Sobre el convento de M. Mercedarias existen numerosos datos que ilustran, sus transformaciones estructurales, siendo por el contrario el registro arqueológico muy confuso debido a la gran cantidad de restos de cimentaciones que se dan en el subsuelo, inconexos que no responden a un proyecto conjunto y global debido a las diversas anexiones de parcelas colindantes, reformas puntuales, etc. Por el contrario si hay una fase clara de reestructuración general, del Convento que en líneas generales responde a la distribución que se conoció antes del derribo. D. Francisco Arcos Moreno, hizo en 1779 escritura de sus bienes, para fundar un colegio bajo la advocación de la Purísima Concepción, si bien este no se abrió hasta 1784 constituyendo parte del edificio anexo.

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