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DE LA MURCIA MUSULMANA A LA MURCIA CRISTIANA

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Navarro Pedreño, César

Presentación.

El presente articulo se ha centrado en transcribir una fuente documental del último tercio del siglo XVI, el “Libro de censos de la dote”, el cual actualiza y relaciona una ingente cantidad de inmuebles que la Corona castellana donó a la Iglesia de Cartagena pocos años después de la conquista del reino islámico murciano,para la dotación y mantenimiento de ésta, estando situados la mayoría de ellos en la ciudad de Murcia.

En este sentido el libro es un documento histórico de gran valor que ofrece información sobre dos período bien distinto; por un lado ofrece una visión muy detallada de la geografía urbana de la Murcia del siglo XVI, al mencionar calles fincas, iglesias, talleres, almazaras, nombres, profesión e incluso a veces procedencia de los vecinos, etc.; por otro lado también, dado que la mayor parte de las propiedades le fueron donadas a la Iglesia en tiempos de Alfonso X y de Sancho IV, constituye un testimonio indirecto de la Murcia del siglo XIII, de primeros años de la conquista y también del último momento de la Murcia islámica, del que por otro lado apenas existe información textual.

Por lo tanto, los objetivos son dobles: la aproximación al urbanismo murciano del quinientos, e indirectamente, la aproximación a la realidad urbanística de la Murcia de mediados del siglo XIII.

Introducción.

La información del presente documento, del último tercio del siglo XVI1, y titulado como Libro de censos de la Dote, hace referencia a los llamados donadíos , una variedad de posesiones pertenecientes a la Corona, y que ésta fue donando medianteconcesiones que se desarrollaron principalmente a partir del siglo XIII en los denominados repartimientos2.

Desde las conquistas de Andalucía oriental y Murcia en las décadas centrales del siglo XIII, los repartimientos de tierras, tal como estudiaron Torres Fontes3 y J. Gónzalez4, distinguen dos modalidades: los heredamientos y los donadíos. Los primeros conllevaban una serie de obligaciones propias para el repoblador y los donadíos no implicaban normalmente ninguna obligación, pero sí tres tipos de distinciones: los recibidos gracias a la generosidad del rey y otorgados la mayoría de las veces a la familia real y a la Iglesia, los debidos a servicios militares, y los calificados como feudos. Estas distinciones podrían servir perfectamente para el repartimiento murciano, realizado contemporáneamente a los andaluces, y por lo tanto de similares características.

En este sentido, el Libro de Censos de la Dote, tal como muestra el título, o la cuarta hoja del mismo (donde el escribano nos daun resumen y justificación de los censos) ha de enmarcarse en los donadíos, otorgados gracias a la generosidad del rey.

Para encontrar los orígenes dedicho donadío, hemos de remontarnos a 1248, donde por la bula “Virtutum Dominus” Inocencio IV exhortaba a Fernando III y a su hijo Alfonso a que dotaran con todo el decoro posible las Sedes Episcopales que restablecieran en las ciudades que conquistaran. De este modo, ya en 1250 la Iglesia de Cartagena fue dotada con diez mil maravedís, además de una porción de derechos, casas y mezquitas. A su vez, los diez mil maravedís se cambiarían por diez alquerías en la huerta murciana; y ya en 1272 se fijarían finalmente en 650 tahullas en Herrera, Albadel y Aljucer, junto a 1500 maravedís al año situados sobre las rentas reales de Murcia5. Posteriormente, se añadiría alguna donación más, entre las que cabe destacar el Real de Monteagudo6.

Por otro lado, el sistema que emplearía la Iglesia para poder sacarle cierto rendimiento económico a todas estas posesiones, pasaría por la fórmula del acensamiento, basada en un tipo de contrato por el cual se sujetaba un inmueble al pago de una pensión anual.

En el presente libro se distinguen dos tipos de censos, siendo los sometidos a enfiteusis los más numerosos. Mediante este tipo de contrato, el cabildo catedralicio cedía perpetuamente o por largo tiempo el dominio útil7 del inmueble al censatario. Además, éste estaba obligado al pago de un canon por cada enajenación que se hiciere de la propiedad. Ello era un derecho que se reservaba el cabildo catedralicio y que aparece en los censos del libro como “luismo y fadiga” (laudemio y fadiga.). El otro tipo de contrato utilizado, pero en pequeña proporción, se refiere a los censos sometidos a arrendamiento bajo la fórmula “advitam et reparationem”, que, como su denominación indica, duraba hasta el fallecimiento del censatario, además de encargarse éste del buen estado del inmueble mientras disfrutara de él.

El libro nos ofrece, en parte, cierta visión de la ciudad en el siglo XVI8, y por ello se pretende un acercamiento al urbanismo murciano; pero además ofrece otros análisis como las profesiones de los censatarios, tipos de cultivo (Real de Monteagudo) o la onomástica, aspectos éstos que se dejan para análisis posteriores.

Ha de resaltarse, a nuestro parecer, el principal aspecto que posee el libro, y queviene dado por la abundante información que ofrecen, principalmente, los censos situados sobre inmuebles de la ciudad de Murcia,ya que la mayoría de ellos habían sido donados a la Iglesia tras la conquista, la cual sigue siendo la poseedora del espacio físico del inmueble en el siglo XVI. Es por tanto razonable contemplar la posibilidad de obtener datos que nos acerquen al urbanismo de la madîna del siglo XIII.

En relación ala tipología de los inmuebles y bienes citados, es interesante constatar el inicio del libro, donde se hace mención de los tipos de inmuebles sobre los cuales recayeron los censos en el momento de la donación del siglo XIII. Así, se especifican tiendas, hornos, tablas, baños, alhóndigas y plazas, además de la propiedad de grandes extensiones, como eran el real de Monteagudo y el arrabal de San Juan. Por otro lado, también se puede observar cómo algunos de los inmuebles citados al inicio han desaparecido de los censos, parcial o totalmente. Es el caso de molinos,alhóndigas y baños, de los cuales apenas queda constancia, pese a su amplio testimonio en documentación medieval.

Además de la valiosa información que se puede extraer sobre lafuncionalidad de los inmuebles, el Libro de censos de la dote nos brinda la posibilidad de acercarnos, de forma precisa y en numerosas ocasiones, a su ubicación.

El texto sitúa siempre al inmueble en su respectiva colación, citando, con frecuencia,el nombre de la calle donde está ubicado, o citando algún lugar de importancia dentro de la ciudad junto al que se ubica, y con frecuencia se va a nombrar lo que tiene alrededor, a los lados, en frente, y en su parte posterior, obteniéndose así la referencia de otros inmuebles y sus respectivos dueños, los cuales, a su vez, serán también censatarios en numerosas ocasiones. Por ello, el conocimiento planimétrico de la ciudad se hace imprescindible para un acercamiento y ubicación de toda la información urbanística que el documento ofrece. El plano a escala más antiguo que se conserva es de principios del siglo XIX9, momento en el que Murcia no ha sufrido todavía grandes transformaciones urbanísticas. En este sentido, y basándose en parte en el plano citado, es de inestimable valor el plano arqueológico que para la ciudad murciana del siglo XIII elaboró J. Navarro Palazón10.

Se dispone así de una vasta información urbanística, que, combinándose, hace factible que pueda contribuir, junto con la arqueología, a la reconstrucción de la ciudad murciana en el siglo XVI, e indirectamente, a una aproximación a la Murcia del siglo XIII, pudiendo constatar parte del entramado comercial urbano islámico, y su localización aproximada.

1. Introducción al urbanismo murciano.

Es unánime entre los investigadores, que el urbanismo murciano corresponde en origen a lo que fue una madîna islámica, ya que, si bien pudo haber algún tipo de asentamiento preislámico en la zona, la ausencia casi total de referencias11 textuales al área urbana murciana y la escasez de hallazgos arqueológicos permiten suponer que este asentamiento preislámico sería de muy escasa entidad y, en consecuencia, apenas debió influir en el urbanismo de la madîna posterior.

En líneas generales, la investigación sobre el urbanismo andalusí ha de remontarse, como tantos otros campos referidos a la Historia del arte y a la arqueología, a los estudios clásicos elaborados por Torres Balbás12 a partir de los años 40 del pasado siglo, que partían, por un lado, de las primeras sistematizaciones llevadas a cabo por sus colegas franceses sobre los ejemplos norteafricanos13 y, por otro, del conocimiento preciso que tenía de las ciudades hispanas de pasado musulmán. En este sentido hemos de situar trabajos posteriores como los de Mazzoli-Guintard14 y Pavón Maldonado15. También se han producido avances en este campo basados en el derecho y en otros aspectos teóricos que se pueden comprobar especialmente en los trabajos presentados a varios encuentros recientes sobre este tema16.

Centrándonos en la ciudad de Murcia, desde el trabajo pionero de Torres Fontes17, los estudios más novedosos los aportan recientemente Jiménez Castillo y Navarro Palazón, estructurando y clarificando el entramado urbano18.

Por otro lado, las transformaciones urbanísticas a las que fue sometida la ciudad tras las conquista cristiana también han sido estudiadas exhaustivamente por los autores anteriormente citados19. Se llega así la época moderna, donde se dispone de diferentes estudios, tanto específicos como globales acerca del urbanismo de la ciudad de Murcia, como son los realizados por Chacón Jiménez20, Cremades Griñán21, Roselló y Cano22, y Torres Fontes23.

Ya en los momentos en el que se redacta el Libro de censos de la Dote, en el último tercio del siglo XVI, la ciudad había asistido desde tiempo atrás a ciertas modificaciones paulatinas como la apertura de la calle Trapería y la creación de un nuevo Mercado en su extremo junto al muro norte del recinto urbano24, el cegamiento de adarbes25, la prohibición de ajimeces26, la transformación de ciertos edificios, como la sustitución de mezquitas por iglesias, la creación de nuevos edificios religiosos (Convento de la Merced, Iglesia de San Esteban…) y algún que otroedificio público, como el nuevo Contraste o el Pósito, la prohibición de ajimeces27 y el ensanche de algunas calles y plazas28. Sobre las descripciones de casas que se tienen de la ciudad en época moderna podemos encontrarnos desde casas de dos pisos y una terraza, ubicadas normalmente en el núcleo urbano, en el círculo de las parroquias de Santa María, San Nicolás y Santa Catalina, hasta las casas más humildes, que eran de una sola planta y se situaban grosso modo en San Juan, San Andrés, San Antolín y Santa Eulalia29.

Se asiste así a una serie de modificaciones, que, no obstante, no habrían de cambiar en esencia la fisonomía islámica de la ciudad. En este sentido nos dice Cremades Griñán que “hasta el setecientos no va a surgir la calle como escaparate y exhibición del monumento religioso, del edificio público, de la vivienda burguesa y el palacio noble...30

2. Análisis tipológico de los inmuebles.

Como se decía en la introducción, los inmuebles urbanos de los censos a los quehace referencia la donación del siglo XIII son alhóndigas, tiendas, hornos, baños, tablas y molinos.

De todos ellos, son las tiendas las que abarcan la mayoría de los censos que la Iglesia registra en el Libro de censos de la Dote, aunque hayan desaparecido como tales, pagando el censatario el espacio físico que ocupaba la tienda. En cambio, de otros inmuebles como alhóndigas, baños y molinos, apenas setiene constancia. Por ello se ha creído conveniente agrupar estos inmuebles en un apartado, y analizar e incidir con más detenimiento sobre las tiendas en otro apartado.

2.1. Alhóndigas, molinos, hornos, baños y tablas.

2.1.1. Alhóndigas.

Si bien el término alhóndiga aparece en el inicio, cuando se citan todos los inmuebles que se incluyen en el donadío, no se tiene constancia bajo esa denominación de ninguno de los inmuebles que aparecen en los censos, salvo, si consideráramos como tales a mesones y corrales, que aunque mínimamente, sí aparecen en los censos.

La definición que sobre alhóndigas nos da Corominas31 es la siguiente: “fonda, mesón, hostería donde se alojaban los mercaderes musulmanes...”[….] y “en el siglo XV perderá su función para destinarse a almacén o granero”.

Por otro lado, Torres Balbás, en su descripción acerca de las alhóndigas nos dice que “la mayoría de las alhóndigas españolas serían edificios de tamaño reducido y pobre construcción, sencillos patios o corrales cerrados por naves de una o dos plantas de altura, divididas en pequeñas habitaciones32”. Probablemente, el mejor ejemplo de alhóndiga lo tengamos en el Corral del Carbón de Granada, donde está constatado que poco después de la conquista de la ciudad la alhóndiga perdería el destino de hospedería para quedarcomo almacén y lugar de venta33, perdurando hasta el presente bajo el nombre de corral, y cuya una de sus definiciones es la de “patio; sitio cerrado y descubierto junto o dentro de una casa34”.

Es por tanto razonable contemplar la posibilidad de que en el Libro de censos de la Dote, tanto en los censos 57, 64, y 108, donde se hace referencia a corrales, como en el censo 183, donde se hace referencia expresa a un mesón, se haga referencia en realidad a antiguas alhóndigas.

Referencias documentales sobrealhóndigas en la ciudad murciana pueden encontrarse en el texto del repartimiento de Murcia, concretamente en la Quinta Partición, donde se alude a dos alhóndigas, una situada en la colación de San Pedro, la “alffondega de la sal”, y otra en el Arrixaca35. También se menciona una alhóndiga llamada “Alfondico del Aliatzem36” en un documento de concesión de una propiedades urbanas por parte de Jaime I a un súbdito valenciano. Además, referencias indirectas a alhóndigas puede verse por ejemplo en un documento de 1366 que señala la existencia en la plaza de San Julián de unas casas que habían sido mesón37.

Por otro lado, la excavación arqueológica llevada a cabo en un solar muy próximo a la iglesia de San Pedro38 puso al descubierto una construcciónla cual respondía a la morfología de una alhóndiga, pudiendo quizásidentificarse con la “alffondega de la sal” antes citada.

2.1.2. Molinos.

Solo se tiene constancia en el Libro de los Censos del Donadío del llamado Molino del Amor39 y de una almazara junto al alcázar viejo40.

Y ello es debido a que si bien en teoría la donación de siglo XIII comprendía a todos los molinos, el monarca Sancho IV se reservó la concesión de licencias para nuevas construcciones y la potestad de otorgar franquicias sobre el censo41. La posibilidad de enfranquecer el inmueble, junto al traslado del censo a otro bien por parte del censatario, y la desaparición de otros, hará que el cabildo pierda la mayoría de los censos que teníasobre los molinos y que le habían sido otorgados en el donadío. Todo ello explica el porqué ya en el siglo XVI han desaparecido del Libro de Censos del Donadío la inmensa mayoría de los molinos que la Corona había otorgado en el siglo XIII a la Iglesia murciana.

2.1.3. Hornos.

Incluidos tras la conquista de la ciudad murciana en los censos del donadío del siglo XIII, se especificaba que deberían también de tributar a la Iglesia todos los hornos que posteriormente se hicieran. Se sabe que en 1476 la ciudad tenía un total de veintiséis hornos, pasando a 30 en las primeras décadas del siglo XVI, y quedando siempre el dominio directo en manos de la Iglesia42. En el Libro se registran veintinueve hornos, de los cuales, dieciséis aparecen bajo el calificativo de “viejos43”, diez como “nuevos44” y tres hornos que no tienen referencia expresa45. El calificativo de “viejos” puede ser un interesante dato para una aproximación a la Murcia islámica, ya que aunque no se pueda demostrar de una manera fehaciente el carácter andalusí de esos “hornos viejos”, es razonable contemplar la posibilidad de que sean los que originariamente se incluyeran en el Donadío.

2.1.4. Baños.

La continuidad de los baños musulmanes en la España cristiana es un hecho que puede comprobarse a través de los fueros municipales46. En el caso de Murcia se tiene constancia documental de la existencia y permanencia de distintos baños musulmanes en los siglos XIII y XIV47, aunque ya a finales de este último siglo, muchos de ellos cesarían su actividad, reconvirtiéndose el uso de su espacio para otros menesteres48.

De Murcia se conservaron hasta los años 50 del siglo XX parte de unos baños árabes situados en c/ Madre de Dios49 y que fueron derribados para la apertura de la Gran Vía. Así, se tienen constancia documental de, además de estos baños, de los llamados de “la Reina”, de unos baños en San Antolín, otros en la Arrixaca, cerca de la Puerta de Azoque, de otros en la colación de Santa María y de “una casa vuelta de baño” en San Lorenzo50.

Por otro lado, constataciones arqueológicas debaños se tienen de los llamados “del Trinquete51” en c/ Frutos Baeza, descubiertos en 1979 y cercanos a la iglesia de San Bartolomé (probablemente vinculados a la anterior mezquita), de los baños de c/ San Antonio52, descubiertos en 1985,de los baños de San Nicolás53, y por último los de San Lorenzo, recientemente excavados.

En el Libro de censos de la Dote aparecen tres referencias expresas a baños en los censos nº 32, nº 187 y nº 205.

En el censo nº 32 se mencionan “dos vueltas de baño”. Con el término “vuelta” se hace referencia a la curva del intradós de un arco o bóveda en la actualidad54, por lo que con toda seguridad se esté haciendo referencia con “vueltas de baño” a las salas abovedadas de medio cañón de los baños hispanomusulmanes55 . Por otro lado, también se tienen constatacionesde “vueltas de baños” en otros documentos, como las referencias a la ya citada “casa vuelta de baño” en San Lorenzo56.

Estos baños, los del censo nº 32, por las referencias que aparecen, y que nos indican que se sitúan en Frenería, podrían ser los famosos baños de la calle Madre de Dios. Es interesante constatar que se acensan “dos vueltas de baños” y un horno que está junto a ellas, el cual podría ser el que se construyó en los baños y que llegó hasta el siglo XX57. Por otro lado, la construcción de un horno en los baños está indicando que para este momento los baños ya habían sufrido una transformación de actividad del espacio.

En el censo nº 187 se describen unas casas y huertos, “cabo la Iglesia de Santa Ana .Que las vendió don Francisco, porque las avía heredado de doña Maria de Guevara, a las monjas de Santa Ana” y que “eran baños y jardines del Rey Moro, porque vivía en la casa de Santa Clara, que era del rey...” .Son los conocidos baños de la Reina58, adscritos casi con toda seguridad en época andalusí al complejo áulico, conocido en los documentos cristianosde la segunda mitad del siglo XIII como Alcocer Ceguir59 ( sin duda deformación de al-qasr al- sagīr) , hoydía Convento de Santa Clara, y que quedaron adscritos definitivamente al Convento de Santa Ana en 1525 (situado frente al convento de Santa Clara), ya que “las metieron en su monesterio ( las casas),donde claramente se be y aberigua ser todo huerto y casas60..”

Por último, en el censo 205 se hace referencia a “tres bueltas de baños”. Estos baños, que ya en este momento están abandonados y transformados en casas61, pueden, por las referencias que se dan62, identificarse con toda seguridad con los constatados arqueológicamente “baños del Trinquete”, muy próximos a la iglesia de San Bartolomé63.

2.1.5. Tablas.

Se contabilizan en el Libro de censos de la Dote un total de 20 tablas, de las cuales 16 se ubican en la parroquia de Santa Catalina, concretamente en la plaza de Santa Catalina y sus inmediaciones. Se sabe que la plaza contigua a Santa Catalina y conocida hoy día como Plaza de las Flores, era llamada en el siglo XVI como Plaza de las Carnicerías64. Es en este lugar donde se van a centralizar la carne y el pescado, además de venderse verdura y fruta65. El carácter sobresaliente de este plaza fue analizado en su momento por el profesor Torres Fontes a través de sus reformas urbanísticas66. En 1576 se dice, por ejemplo: “que se ensanche la plaza de Santa Catalina, por la estrechura e incomodidad para los revendedores y carniçeriay pescaderiay vender los mantenimientos de la çiudad67

Las tablas, que habían venido estando en posesión de miembros del patriciado, pagaban la enfiteusis al cabildo y al mismo tiempo eran controladas por el Concejo mediante arrendamientos para asegurar el abastecimiento ciudadano. Muchas de ellas desaparecerían durante el siglo XIV, convirtiéndose en tiendas de otros artículos o quedando incorporadas en casas de particulares, siendo las restantes acensadas al Concejo murciano, quien, desde 1468, pagó el censo correspondiente al cabildo por todas ellas68, conociéndose con el nombre de “rejas” Así aparece reflejado en el Libro de censos de la Dote, donde el censo de todas las tablas es realizado por el Concejo69.

3. Tiendas

Son los inmuebles censados más numerosos, registrándose 442 tiendas. En el momento en el que se actualizan todos estos inmuebles y se recogen en el Libro de censos de la dote, ya en el siglo XVI, la mayoría de ellas han sido incorporadas a las casas, perdiendo su funcionalidad, aunque en lo censos se sigan registrando con el nombre de su función primigenia70. Casi todas estaban concentradas entre las parroquias de Santa María (148 tiendas), San Pedro (136 tiendas) y Santa Catalina (96 tiendas71). Pero el análisis de estas tiendas, que como se ha dicho, se donan en el siglo XIII, ha de realizarse con un planteamiento previo que sitúe a la mayoría de estas tiendas como parte de un contexto morfológico islámico.

3.1. Tiendas andalusíes.

En las referencias que hace Villanueva Rico72, sobre las tiendas hispano-musulmanas, concluye que “agrupadas en el centro de la ciudad […] no faltaban tampoco otros núcleos comerciales secundarios en barrios alejados del centro, para facilitar a los vecinos la adquisición de productos sin necesidad de grandes desplazamientos”. Es interesante constatar como en el libro de habices de 1527 de la ciudad de Granada aparecen las mediciones de los inmuebles, excepto cuando los inmuebles, como las tiendas, están ya incorporadas a las casas, con lo que se imposibilitaba su medición73.

Torres Balbás, en sus estudios sobre las tiendas hispano-musulmanas, especifica que solían pertenecer a los bienes habices o al patrimonio real, y que, repartidas por calles, plazas, zocos y alcaicerías, se amontonaban sobre todo en las inmediaciones de la mezquita mayor, en las cercanías de las restantes, junto a los baños públicos y las puertas de la cerca, por ser los lugares más concurridos de la ciudad. Esto se puede comprobar en ciudades como Sevilla, Granada y Toledo. En esta última ciudad, en el siglo XVI, los documentos nos hablan de que “el barrio comercial islámico se sigue utilizando, que hay unas 600 tiendasy apenas hay casas, porque la gente que trabaja en esas tiendas duerme en otros lugares74”. Otros aspectos a comentar sobre las tiendas es el hecho de que algunas disponían de cámara75, o la constatación que, por ejemplo, en Guadix todas las tiendas se repartieron entre los repobladores, despareciendo la alcaicería como tal y pasando a ser un barrio señorial, ya que ahí se asentarían los más notables de los caballeros de la repoblación76.

Por otro lado, y gracias a la arqueología, en los niveles islámicos de la excavaciones llevadas a cabo en los solares de plaza Belluga77, San Pedro78, y Frenería79 se pudieron constatar tiendas que se abrían a la arteria principal de la ciudad. La fisonomía de todas ellas es de características similares: de planta rectangular, estrecha y profunda, y con un gran vano a la calle que servía de puerta y mostrador80.

Relacionado estrechamente con las tiendas se ha de mencionar a las plazas. Éstas, pertenecientes a la Corona, se incluyen también en el Donadío dado a la Iglesia murciana. Su importancia radica por las tiendas que ocupaban los márgenes de dichos espacios, y que también tenían la obligación de pagar el censo. Sería frecuente, ya en época cristiana, el ensanchamiento de muchas de ellas, como la plaza medieval de Guadix de Bib-almazán, que fue ensanchada mediante la demolición de muchas tiendas situadas en ella, para instalar allí la actual Plaza Mayor de la ciudad81, o el caso de la murciana plaza de Santa Catalina, también sometida al mismo proceso que la citada plaza de Guadix82.

3.2. El fenómeno de incorporación de las tiendas a las casas.

La incorporación de las tiendas a las casas podría tener su explicación en el modelo urbano, de la nueva sociedad cristiana, bien distinto delmodelo andalusí83. Las calles de la ciudad cristiana son generalmente más anchas y regulares, debido a que los poderes municipales regulaban las relaciones entre las construcciones privadas y los espacios públicos, y también, que la casa cristiana, a diferencia de la islámica, buscará la comunicación directa con la vía pública, convirtiéndose la fachada en fuente de luz y ventilación en sustitución de los patios centrales andalusíes84.

Es lógico pensar que las tiendas murcianas, la mayor parte de las cuales debieron de ser originariamente islámicas85, hubieran sufrido modificaciones y cambios de ubicación bien entrado ya el siglo XVI, transformando la situación de las zonas comerciales conforme a las reformas urbanísticas que se habían venido adoptando. Un ejemplo se puede ver en el ensanche de la calle Trapería y la creación al final de ésta de un nuevo Mercado que se convertiría en un nuevo eje comercial de la ciudad. Así,Alfonso X mando erigir 100 tiendas en el Mercado que entregó a censo y autorizó a establecer las que quisieran en sus casas “contra las calles mayores86”.

Se han podido constatar arqueológicamente87 algunas de estas tiendas construidas sobre casas andalusíes tardías que daban a la calle Trapería, demostrando que las tiendas de esa calle son posteriores a la conquista y con motivo del ensanche de la calle en 126688.

Pero hay que decir, que excepto modificaciones como la citada, el resto de tiendas, la mayoría, debieron de ser las tiendas que habían sido donadas a la Iglesia pocos años después de la conquista cristiana de la ciudad islámica en el siglo XIII, siendo por tanto lo más razonable pensar que fueran andalusíes.

3.3. Ejemplos de tiendas en el Libro de censos de la Dote.

La constatación de que las tiendas hayan desaparecido de facto ya en el siglo XVI puede verse claramente en censos como el nº 23, donde se habla de unas tiendas incorporadas a una casa y que se han convertido en unas caballerizas89; o el censo nº16, donde se observa la transformación de una tienda como parte de una herrería, para pasar posteriormente a ser incorporada a una casa90. Esto parece confirmar .la idea de que las “tiendas encorporadas” en casas en realidad ya no existen físicamente y han sido absorbidas por las nuevas construcciones.

Este fenómeno de incorporación de tiendas en las viviendas o en otro tipo de edificios ha podido ser constatado por la arqueología en el caso de la excavación llevada a cabo en un solar de la calle de la Manga91, donde se pudo documentar perfectamente unas tiendas en niveles islámicos (junto a una casa andalusí) que habían sido incorporadas a un taller alfarero bajomedieval.

Por otro lado, hay constancia en el Libro, aunque mínimamente, de tiendas que todavía están en uso, como las tiendas del censo nº 52, que figuran comoobrador de un pastelero.

Otro rasgo que se puede comentar es que todavía encontramos alguna tienda registrada con “su cámara”, es decir, con habitación en la parte superior de la tienda92, registrándose nueve establecimientos (tiendas y tablas) con sus respectivas cámaras.

Un censo, a nuestro parecer interesante es el censo nº 84, donde “Haze de çenso la fábrica de la Yglesia de Señor San Pedro, setenta maravedís de tres blancas, por razón de siete tiendas questan encorporadas en la Yglesia y en casas alquiladeras que tienen alrededor de la yglesia”. Esta iglesia, fue con toda probabilidad una mezquita93, por lo que las tiendas referidas debieron de haber estado ocupando también el perímetro de la mezquita.

Por último, resalta el hecho también de que no se mencionen apenas tiendas en las colaciones de San Andrés o San Antolín, lo cual hace razonable pensar que ello sea así debido a que estos barrios formaban parte de la morería cuando se hicieron las donaciones a la Iglesia en tiempos de Alfonso X y Sancho IV, y por lo tanto, no fueran en principio parte integrante de la Dote, ya que esta zona estaba integrada en el conocido arrabal de la Arrixaca, lugar al que Alfonso X ordenó que los musulmanes se instalaran y que quedó aislado físicamente de la mâdina94.

4. Normas de Transcripción y comentario paleográfico.

4.1. Normas de Transcripción

Se ha creído conveniente utilizar, para la transcripción, unas normas que facilitaran, en cierto grado, la comprensión del texto, dado el carácter, enfoque y posterior análisis urbanístico que de él se pretende extraer.

Tras consultar y comparar distintas normas de transcripción95, hemos creido adecuadas a este parámetro las aprobadas para la transcripción de documentos históricos hispanoamericanos en la Primera Reunión Interamericana Sobre Archivos., y que hemos extraido del manual de Vicenta Cortés96

4.2. Comentario paleográfico.

Se trata de un libro escrito en el último tercio del siglo XVI , ubicado el original en el Archivo de la Catedral de Murcia98 (A.C.M., Leg. 59) , y que debido al cierre temporal de dicho Archivo, se ha utilizado para la transcripción una copia microfilmada99.

La datación del libro se ha situado en el último tercio del siglo XVI , a base de relacionar algunas fechas que aparecen salteadamente a lo largo del libro, con la búsqueda de algunos personajes y censatarios del Libro, en otros documentos y poder así aproximarnos al momento de su redacción. El Libro es una actualización de los censatarios, donde se pueden encontrar de vez en cuando ciertas fechas que aluden a antiguos censatarios como los años 1522, 1548 y 1554100 .pero no haciendo en realidad referencia cronológica al que verdaderamente hace el censo en el momento de la redacción del Libro.

Por ello la aproximación cronológica se ha realizado mediante la búsqueda en otros documentos del siglo XVI de algunos de loscensatarios aparecidos en el libro, pudiendo constatarse varios ejemplos: Alonso Librel, censatario del censo nº 47, aparece activamente en el año 1560101 ; Alonso de Mena, censatario del censo nº 160, firma como notario apostólico en las actas capitulares del Cabildo catedralicio entre los años 1588-1599102; o el doctor Castellanos, el cual aparece en una relación de 1575103, y cuyos herederos y viuda aparecen en los censos nº 208 y nº 388 respectivamente. Con todo ello se puedeconcretar de un modo plausible la redacción del Libro en el último tercio del siglo XVI.

Respecto a la distribución del contenido, los censos aparecen ordenados y separados por registros o entradas, donde se especifica el nombre del censatario, su “dirección”, el inmueble por el que hace el censo a la Iglesia, su valor, y la fecha del pago. En el margen izquierdo de cada entrada aparece siempre el nombre del censatario, además de su colación (casi siempre). En el margen derechoaparece anotado en números romanos el valor del censo en maravedís, sumándose todas las cantidades al final de cada página. Se ha de resaltar que mientrasen el texto el valor de cada maravedí es de tres blancas, en el margenes de dos blancas104 (cada maravedí de tres blancas equivalía a maravedí y medio de dos blancas).Por otro lado, las añadiduras posteriores en el texto (de otra mano) y las inclusiones posteriores en los márgenes no han sido transcritas, además de ciertas tipografías (signo de la cruz, u otras no identificables) que tampoco se han transcrito.

El Libro de censos de la doteconsta de 123 hojas, pero mantiene tres hojas en blanco en el inicio, que posteriormente en el siglo XIX fueron rellenadas, de la cuales las dos primeras versan sobre el contenido del libro, y la cara recta de la tercera hoja remarca el título del libro. En la cuarta hoja, y con el signo de la cruz como cabecera, aparece ya la mano del escribano, y consecuentemente, el inicio del Libro de censos de la dote, mediante un resumen y justificación de los censos.

El escribano va a numerar la cara recta de las hojas desde el inicio de la quinta hoja, coincidiendo con el inicio de los censos, lo cual ha sido respetado en la transcripción.

Por otro lado, decir que la cara vuelta de la última hoja (119) fue completada posteriormente por otro escribano, razón por la cual no se transcribe.

También se ha de especificar que he numerado todos los censos para una mejor y rápida localización de éstos, y cuyos registros numéricos se reflejan en los índices.

Como se ha dicho en el inicio, la tipología de la letra corresponde a la llamada humanística105, con influencias tanto de la humanística redonda como de la humanística cursiva, aunque con preponderancia de la letra humanística cursiva, debido a la tendencia de las letras a unirse

5.Conclusiones.

Tras el estudio preliminar realizado al Libro de censos de la Dote, puede concluirse, que éste, es una fuente de gran valor para el conocimiento, no sólo ya de aspectos urbanísticos de la Murcia del siglo XVI, como puedan ser la toponimia, la morfología de las distintas calles y colaciones de la ciudad, o los inmuebles objeto del estudio preliminar, sino también de otros aspectos y que aquí han sido simplemente esbozados, como oficios, onomástica, procedencia de los vecinos, o el estudio de las zonas de cultivo del Real de Monteagudo. Es, a juicio nuestro un documento de gran valor para el conocimiento y profundización en la Murcia del siglo XVI.

Pero al mismo tiempo, dado que la mayor parte de las propiedades le fueron donadas a la Iglesia en tiempos de Alfonso X y de Sancho IV, constituye un testimonio indirecto de la Murcia del siglo XIII, de los primeros años de la conquista y también del último momento de la Murcia islámica, del que por otro lado apenas existe información textual.

Se dispone así, indirectamente, de una valiosa información, que el estudio preliminar simplemente ha esbozado, y que podría ser analizada con más detenimiento,profundizando en aspectos tales como la localización aproximada de los inmuebles, además de extraer valoraciones sobre la concentración del entramado comercial en la Murcia andalusí.También, el Libro de los Censos de la Dote, es una magnífica fuente de información en la que puede observarse el proceso de las trasformaciones urbanísticas que se fueron generando en la ciudad andalusí de Murcia tras la conquista cristiana, como es el caso de las tiendas, pues la mayoría fueron incorporadas en la crujía de fachada de las casas cristianas.

Por todo ello, consideramos que el Libro de los Censos de la Donadío ofrece una información lo suficientemente valiosa como para profundizar en los aspectos aquí esgrimidos y en otros que podrían incorporarse a una posterior investigación sobre el urbanismo andalusí y su transformación tras las conquistas cristianas.

APÉNDICE DOCUMENTAL.

Solo se han incluido aquí ( por motivos obvios de espacio) el inicio del libro y algunos ejemplos de censos representativos.

[Folio sin numerar en el inicio del libro].

Relaçion de los çensos que les hazen a los

señores obispos dean y cabildo de la Santa Y-

glesia de Cartagena que les dio en dote los

serenisimos reyes don Alfonso e don Sancho, de

gloriosa memoria reyes de Castilla, e fueron

todos los censos de las tiendas que de presente

y de las tiendas que de alli en adelante o-

biese y molinos del rio y de las açequias los

que avia de presente y los que de alli en ade-

lante se hizieren y hornos los que de presente

avia e se hiziesene las carniçerias e alfondi-

gas e las plazas; los quales dichos censos quan-

do dieron a la çiudad de Murçia las libertades e

prebilegios e franquezas y retubose para si

lo susodicho y mandolo açensalar con sus luis-

mos e fadigas y diolos a los dichos obispos dean

y cavildo que entonçes heran y a los que

de alli en adelante serian para siempre jamas

y el arraval de San Juan, y Rinconada y el

Real de Montagudo y baños y todos otros pro-

pios e lugares que a los señores reyes les pro-

metieron para conplimiento de la dote que abian de

aver, con los quales les acabaron de pagar.

Margen superior: signo de la Cruz [+]

Censo nº 84 [fol. 20v.]

Haze de çenso la fabrica de la yglesia de Señor

San Pedro, setenta maravedis de tres blancas, por razon

de siete tiendas questan encorpora-

das en la yglesia y en casas alquiladeras que

tienen alrededor de la yglesia. Pagan el çenso

los mayordomos, que suelen ser pagadores por San

Juan de junio, en cada un año. Bale cada tien-

da quinze maravedis, que son diez maravedis de tres blancas.

Margen izquierdo: La fabrica de San Pedro

El mayordomo.

Margen derecho: CV

Censo nº 183 [fol 43r.]

Haze de çenso doña Petronila Fajardo, biu-

da de Luis Basques, regidor, treynta y

seis maravedis de tres blancas, por razon del me-

son que tiene en Sant Antolin y casas alre-

dedor, que tiene güerto, y sus herederos; el qual

conpro Luis Vasquez, regidor su marido, de

Françisco Vasques, su hermano, que le cupo en parti-

çion; que hera de Juan Vasquez, regidor, su padre.

Que afrenta con casas de la herreria de Sevi-

llano, ques agora de Salmerona; y de otra parte

afrenta con casas que heran de Monreal. Con

luismo y fadiga, plazo a San Juan de junio.

Que son agora de la biuda de Pero Lazaro.

Margen izquierdo:

Doña Petronila Fajardo, biuda de Luis Basques.

Sant Antolin.Salmerona biuda de Palma.

Margen derecho:LIIIIº

Censo nº 187 [fol. 44v.]

Hazen de çenso los herederos de don Diego

de Castilla, quatro doblas de la moneda

vieja, que valen a çiento y çinco maravedis cada do-

bla, por razon de unas casas con su huer-

to, que fueron de Juan de Abellaneda; y las

otras dos doblas son por razon del huer-

to que hera de don Pero Belis y vino a doña Y-

seo Fajardo, su muger, madre don Carlos

de Guevara, aguelo de doña Juana de Guevara,

muger de Otaço, regidor, y bino a poder

de doña Maria de Guebara, de donde lo he-

redo doña Catalina de Lison, muger de

don Françisco de Castilla; por manera questan car-

gadas las dichas quatro doblas, que montan

quatro çientos y beynte maravedis,que hes sobre

los guertos y casas prinçipales y otras

casas questaban cabo la yglesia de Santa Ana.

Que las bendio don Françico, por que las avia here-

dado de doña Maria de Guevara, a las mon-

jas de Santa Ana; el qual como çensalero

fue a pedir liçençia de la benta de la casa para la

hazer como hera toda pechera y çensalera con

los huertos y propiedades y casas prinçi-

pales, porque heran baños y jardines del

Rey Moro, porque bibia en la casa de Santa Clara,

que hera del rey. Y fue el dia que paresçio en

cabildo en ocho del mes de março de mill

y quinientos y beynte y çinco años; y el dicho dia

y mes y año juro el dicho don Françisco de Cas-

tilla como daban las monjas por

las casas sesenta mill maravedis, y el canonigo

Juan de Ayala las pidio por él tanto; y des-

pues las dio a las dichas monjas de Santa Ana,

que las metieron en su monesterio, donde

claramente se be y aberigua ser todo huer-

tos y casas pecheras y çensaleras.

Margen izquierdo: Las menores hijas de don Diego de Castilla y de doña Margarita de Abalos.Doña Catalina y doña Juana de Castilla.El Mercado.San Miguel.Año 1525.

Margen derecho: CCCCXX.

Censo nº 295. [fol. 69r.]

Haze de çenso el raçionero Garri, dos blan[cas ]

por razon del almaçara que tiene en el Al-

caçar Viejo, que conpro de Françisco Roiz y de He-

rran Roiz, mercaderes. Pagadores por San Juan de

junio en cada un año y con luismo y fadiga.

Margen izquierdo:El raçionero Garri.Santa Maria

Margen derecho: IIIº

Censo nº 312[fol 73r.]

Hazen de çenso Pero Guil el moço, quarenta maravedis de

tres blancas, por razon de un horno que tiene

en los Marmolejos, parroquia de San Niculas. Esta

acotado el bachiller Gil en el libro de los

señores.

Margen izquierdo:Françisco Gil el moço.San Bartolome.

Margen derecho: LX

Censo nº 313 [fol 73r.]

Hazen de çenso doña Ana, hija de Juan de Arroniz,

Regidor, treynta maravedis de tres blancas, por ra-

zon de un horno que heredo de doña Damiana,

su madre; que hera del bachiller Carles, en la co-

laçion de San Pedro, cavo el dotor Pelliçer.

Margen izquierdo:Doña Ana

Margen derecho: XLV.

 

ISSN 1696-974X © ArqueoMurcia 2003
CARM. Consejería de Educación y Cultura. Dirección General de Cultura. Servicio de Patrimonio Histórico

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